lunes, 31 de agosto de 2020

La humillación ante el Señor puerta a las grandes bendiciones




2da Crónicas 7:14.

Después de una intenso esfuerzo, finalmente el rey Salomón terminó la gran obra de la construcción del templo a Jehová, cumpliendo así el gran sueño de su padre David. Tan significativo era este evento para toda la nación, que Salomón retrasó varios meses la dedicación de este sagrado edificio para hacerla coincidir con las fiestas nacionales de las cosechas y de los tabernáculos. Llegado esos días, se realizó un acto magno y multitudinario con judíos de todas las partes del mundo antiguo presentes allí. En medio de este evento Salomón pidió a Dios que cumpliera su promesa a David sobre su descendencia en el trono, que bendijera aquel lugar que estaban dedicando a Él y que manifestara su misericordia. De manera especial imploró perdón y restauración de antemano a Jehová, en caso de que el pueblo se desviara de su camino pero regresara arrepentido a su presencia.

Posteriormente, en el silencio de una noche común, y estando solamente Salomón, Dios le aparece por segunda vez en su vida para prometerle que le respondería a su oración siempre y cuando cumplieran las condiciones que El establecía.  El gran texto que resume la respuesta de Dios es precisamente 2da Crónicas 7:14. Las palabras de Dios a Salomón nos recuerdan que: La humillación ante el Señor es la puerta a las grandes bendiciones. Ahora bien, ¿Por qué afirmamos que la humillación ante el Señor es la puerta a las grandes bendiciones? Partiendo de este pasaje de 2da de Crónicas, y a través de todas las Escrituras, podemos encontrar 2 razones para responden a esta importante pregunta:

 

Porque es la condición que Dios mismo estableció  


“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado”  


En aquel momento estaba  hablando de la nación de Israel, pero el principio es aplicable a la iglesia de Cristo que es presentada en el Nuevo Testamento como el pueblo de Dios.Aunque es cierto que si toda una nación se humilla, Dios le  bendice y exalta, su llamado especial a la humillación es a su pueblo como punto de partida. Ante la grandeza y santidad de Dios lo que nos corresponde como seres humanos es adoptar una actitud de rechazo a toda pretensión u orgullo, inclinándonos ante él en pleno acatamiento de su voluntad. A eso se le llama “humillarse” delante de Dios. Muchos pasajes nos recuerdan esta gran verdad: (Sal.138:6; 1P.5:5,6; Stgo.4:10; Mt.18:3-4; Lc.14:11; Fil.2:1-11). Por otra parte, tenemos varios ejemplos en la vida de diferentes personajes bíblicos: Moisés (Nm.12:3), Acab (1R.21:29), Josías (2.R.22), Manasés (2Cr.33:11-12), Job (Job.42:1-6), Cristo (Sal.22:1-21; Is.52:13-53:12; Zac.9:9; Mt.21:5, 7; 11:29; Lc.22:27; Jn.6:38; 13:3-12; 2Co.8:9; Fil.2:5-8), Pedro (Mt.26:75; Lc.5:8), María, madre de Jesús (Lc.1:48), Juan el Bautista (Jn.3:27-30), Pablo (Hch.20:9, 2Co.10:7; 12:7-10), entre otros.

“Y oraren”

La oración es mucho más que hablarle a Dios, pues la oración es comunicación. Nuestro Dios como Padre al fin y al cabo quiere estrechar su relación con nosotros cada día, quiere fortalecer la amistad y como un buen amigo quiere disfrutar de tu compañía. Todos sabemos que no existe una amistad sólida sin una buena comunicación. Por otra parte, ante la pregunta ¿Por qué quiere Dios que le pidamos en oración por nuestras necesidades si ya El lo sabe todo? Acostumbramos a responder “porque quiere ver que dependes de El, porque quiere probar nuestra fidelidad”. Pero la realidad es que Dios quiere fortalecer su amistad con nosotros y disfrutarla. Es decir, Dios esta diciéndonos: Si mi pueblo se humilla y se acerca a mi estrechando su amistad por medio de la comunicación abierta llamado oración, yo voy a comenzar a obrar a su favor.


“Y buscaren mi rostro”

Esta expresión tiene que ver con dos aspectos importantes: (1) Buscar a Dios profunda e intensamente. Es pararnos frente a frente a Dios. O sea, que no es solamente orar sino el cómo orar. Algunas expresiones bíblicas nos pueden ayudar a entender mejor la i dea: “Derramar el alma delante del Señor, suplicar, rogar, clamor, elevar el alma y el corazón a Dios”. El Señor tiene en cuenta el contenido, pero también la forma en que oramos, pues una actitud de entrega y sumisión es agradable a sus ojos.  (2) Buscar la santidad y/o pureza de Dios para nuestras vidas. Cuando Moisés estuvo cara a cara con Dios, su rostro resplandecía de tal manera que tuvo que cubrirlo porque los demás a su alrededor no podían resistir aquella luz. También a Cristo se le presenta en el Apocalipsis con un rostro resplandeciente. Esto no es otra cosa que un símbolo de la pureza.


 “Y se convirtieren de sus malos caminos”

Aquí no se refiere  a la conversión neotestamentaria de arrepentimiento y fe en Cristo para recibir la vida eterna, debemos recordar que estamos en el corazón del Antiguo Testamento y que en el texto se le está hablando al pueblo de Dios. “Sus malos caminos” hace referencia a la praxis pagana que Israel había incorporado a su vida nacional. Son los malos caminos de los cananeos de los que Dios desea preservar a su pueblo. Ahora bien, es posible encontrar un paralelo con la vida del creyente en Cristo, pues aunque somos cristianos muchas veces no estamos andando en obediencia, estamos en malos caminos, desagradando a Dios con pecados y conductas inadecuadas.

En el Nuevo Testamento no se habla de volverse a convertir a Cristo, pero sí de confesar nuestros pecados (1Jn.1:9). Todos queremos que la bendición de Dios se derrame en nuestras vidas, y repose sobre nuestras familias, pero el principio bíblico es claro: tenemos que abandonar los malos caminos.

¿Por qué más afirmamos que la humillación ante el Señor es la puerta a las grandes bendiciones?


Porque es la promesa que Dios mismo cumplirá 


“Yo oiré desde los cielos” 

El Salmo 34:4 expresa: “Busqué a Jehová, y el me oyó, y me libró de todos mis temores”. Y el Salmo 40:1-3: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor”.  En toda la Escritura la expresión oyó Dios siempre está vinculada a una acción a favor de sus hijos. Cuando Dios escucha nuestra oración significa que Dios esta teniendo misericordia y va a ayudarnos en nuestra necesidad. Dios no es como el ser humano que escucha a otros por cortesía, por compromiso, por evitar problemas, pero que muchas veces no tiene la intención de ayudar en los problemas.  


“Y perdonaré sus pecados”

Perdón es el acto de no retribuir las ofensas con el castigo merecido. En este texto se usa el término hebreo salah, equivalente al verbo “perdonar”, se aplica al acto divino de perdonar los pecados. No se utiliza para el caso de humanos que estén perdonando las ofensas de otros. El perdón de Dios es único e incomparable y su repercusión en nuestras vidas es maravillosa e indescriptible. El perdón de Dios implica salvación eterna, reconciliación con Dios, la paz en nuestros corazones, gozar de sus bendiciones, su respaldo, su poder para vivir y ministrar en su nombre. Toda la Biblia presenta a Dios como perdonador: “Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión” (Nm.14:18); “Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador” (Sal.86:5).



“Y sanaré su tierra”

Sanar la tierra” es una expresión de Dios para hablar de la bendición que traería sobre esta nación, si ellos se humillaban y se arrepentían de sus malos caminos, quitando todos los males mencionados en el contexto de varios capítulos como la sequía, el hambre, las plagas a las cosechas, las enfermedades, las derrotas ante los enemigos, etc. Y por supuesto, una sanidad interior en el corazón de cada uno de sus hijos. Es darles salud lo cual no se limita a la ausencia de enfermedades sino al bienestar físico, mental, espiritual y social de cada persona en ese pueblo.

En resumen, la humillación ante el Señor es la puerta a las grandes bendiciones. Esta es la condición que Dios mismo estableció y la promesa que Él mismo cumplirá. 


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domingo, 30 de agosto de 2020

Orando con un enfoque correcto


 

Mateo 6:5-15 y Lucas 11:1-13.  

 Los discípulos de Cristo le vieron siempre sostener una vida de oración constante, profunda e impactante. Ellos fueron testigos de cómo iba a orar muy de mañana, siendo aún muy oscuro (Mr.1:35). Y en ocasiones pasaba toda la noche orando. Además, presenciaron como escogía lugares tranquilos para estar a solas con el Padre Celestial. En tal sentido, solía ir a un lugar desierto, al huerto de Getsemaní, a un monte, a la otra orilla del mar, entre otros. Frente a tal ejemplo de devoción y entrega a Dios en oración no es de extrañar que uno de los discípulos le rogara encarecidamente: Enséñanos a orar como Juan enseñó a sus discípulos (Lc.11:1). Ahora bien, en respuesta a tan singular solicitud Jesús comienza a enseñarles para ayudarles a entender que: Es necesario orar con un enfoque correcto para tener una vida espiritual eficaz. ¿Qué significa este principio? Según las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo en Mateo 6:5-15 y Lucas 11:1-13, podemos comprender que orar con un enfoque correcto significa dos cosas:

 

Orar con un enfoque correcto es tener una motivación correcta


“Una motivación correcta implica orar con sinceridad y sencillez de corazón no con hipocresía ni por motivos mezquinos” (Mt.6:5-6) 

El texto comienza diciendo: “y cuando ores”. Cristo da por sentado que todo hijo de Dios va a practicar habitualmente la oración en su vida. Pero ahora nos muestra que no es solamente orar sino hacerlo con una motivación correcta, pues continua diciendo: “no seas como los hipócritas”. O sea, un hipócrita era un actor en la cultura helénica que usaba una máscara para aparentar ser lo que no era en realidad. En el contexto de Jesús, los principales hipócritas eran los de la secta de los fariseos. Ahora bien, ¿Por qué no orar como los hipócritas? El pasaje nos responde diciendo: “porque ellos aman el orar en pie y en las esquinas de las calles, para ser visto de los hombres”. El énfasis no está ni en la posición del cuerpo ni en el lugar donde oramos, pues los judíos piadosos también oraban en la sinagoga, sino que la clave está en la motivación incorrecta: “para ser visto por los hombres”. No estaban orando para ser oídos por Dios sino para buscar el favor, el aplauso, la alabanza de los hombres, para impresionar, para aparentar ser muy espirituales cuando en realidad no eran absolutamente nada. Y después de esto agrega: “desierto os digo que ya tienen su recompensa”. Es decir, lo que querían era  destacarte delante de los demás y lo habían logrado, esa era su miserable recompensa, pero no recibirían respuesta alguna de parte del verdadero y todopoderoso Dios.  

En contraste con esta incorrecta motivación Cristo enseña sobre la manera correcta: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto que recompensará en público” (Mt.6:6) Esto no significa una prohibición a la oración en público, pues Cristo oraba públicamente y los cristianos del primer siglo también, más bien hace referencia a que nuestra motivación es hablar y ser escuchado por nuestro Dios, no impresionar a nadie a nuestro alrededor. Además, nos recuerda que en lugar de ser hipócritas, tratando de aparentar lo que no somos en realidad, cuando cerramos la puerta y estamos a solas con Él no queda otra opción que ser totalmente sinceros ante el Dios que todo lo ve y escudriña, quien no puede ser burlado ni engañado. Es presentarnos con toda humildad y sencillez de corazón delante de nuestro Padre Celestial para expresarle nuestras debilidades, luchas, dudas, quejas, frustraciones, decepciones, ruegos, alabanzas y acciones de gracia.         


“Una motivación correcta implica orar con naturalidad, no con vanas repeticiones ni palabrería y siendo específicos” (Mt.6:7-8) 

 El versículo siete nos dice: “y orando no uséis vanas repeticiones, como los gentiles”. Los gentiles eran todas las personas de otras naciones fuera de Israel que tenían diferentes religiones paganas y rendían culto a sus dioses falsos. Entre otras prácticas se comunicaban con sus “divinidades” con fórmulas y frases vacías, sin sentido y repetitivas (que por supuesto no servían de nada). Esta expresión tiene varias connotaciones en nuestros días, algunas más formales e institucionalizadas como “rezar oraciones aprendidas de memoria, una y otra vez”, y otras más personales como orar todos los días a una hora determinada, por un mismo asunto y para ello usar las mismas palabras sin meditar en lo que estamos diciendo. Después sigue diciendo: “Los gentiles que piensan que por sus palabrerías serán oídos”. La idea de los paganos era que a sus dioses había que convencerlos para que respondieran y para esto usaban largos discursos con toda clase de palabras rebuscadas. No hay nada de malo en orar extensamente, pero el problema es pensar que Dios no nos escuchará sino oramos de esa forma.

En el siguiente versículo Jesús también nos da la dirección a seguir en contraste con las vanas repeticiones y palabrerías: “no os hagáis semejantes a ellos”. Es decir, debemos orar con perseverancia pero no tratando de convencer a Dios y mucho menos con palabrerías innecesarias. Por lo tanto, lo que se infiere es que debemos orar con naturalidad, de la misma manera que nos comunicamos con nuestros amigos más íntimos de manera específica y sin rodeos. 

 

Orar con un enfoque correcto es tener un orden de prioridades correcto (Mt.6:9-15; 33)


“En un orden de prioridades correcto lo primero es Dios” (Mt.6:9) 

En un orden de prioridades correcto el primer motivo de nuestras oraciones es Dios mismo. Por esa razón Cristo enseñó a sus discípulos orar diciendo primeramente: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”. En esta expresión se evidencia tres importantes actitudes: (1) La confianza de un hijo al decir “Padre nuestro”. (2) El desinterés sano de un hermano al no decir “Padre mío”, sino “nuestro”. (3) La reverencia de un adorador al decir “que estás en los cielos” y “santificado sea tu nombre”.


“En un orden de prioridades correcto lo segundo son los grandes propósitos de Dios” (Mt.6:10) 

Cristo nos enseñó a pedir: “venga tu reino”. Solamente quiero destacar dos connotaciones de esta petición: (1) La manifestación presente del reino de Dios que comenzó a llegar desde que Cristo vino a este mundo y empezó a predicar el evangelio del reino diciendo: “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado”. (2) La manifestación futura del reino de Dios cuando Cristo venga en las nubes del cielo y ponga en orden todas las cosas. El texto hace una aclaración que resume que es el reino de Dios entre nosotros: “Hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra”.  


“En un orden de prioridades correcto lo tercero son nuestras necesidades espirituales, físicas y materiales” (Mt.11:13)

Es decir, Dios primero y nosotros después. En este sentido podemos pedir por nuestras diferentes necesidades y depender de Dios para satisfacerlas como son: (1) El alimento para nuestro presente. (2) El perdón de nuestras deudas y pecados pasados. (3) La protección para nuestro futuro.

En resumen, para tener una vida espiritual eficaz es necesario orar con un enfoque correcto, lo cual implica motivos y orden de prioridades correctos según las enseñanzas de Cristo.


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viernes, 21 de agosto de 2020

Efesios 6:18-20: “orando con todo”



El apóstol Pablo nos advierte del peligro que representa la guerra espiritual que se está librando todo el tiempo a nuestro alrededor (Ef.6:11-12). En tal sentido nos insta a “fortalecernos en el Señor y en el poder de sus fuerzas”. Después nos presenta la estrategia para lograrlo haciendo una comparación entre la armadura que usaban los soldados romanos de aquella época y las armas espirituales que debemos usar nosotros para triunfar.

Una vez mencionado todos los elementos de la armadura del soldado y compararla con la armadura espiritual, menciona de manera enfática la oración. La misma no es presentada como parte de la vestimenta espiritual de un soldado de Cristo, porque según los comentaristas bíblicos es la atmósfera u oxígenos imprescindibles en la que estos se mueven.

Ahora bien, este pasaje nos está respondiendo una pregunta sencilla pero vital: ¿Cómo debe orar el cristiano en medio de la guerra espiritual? La respuesta es la conocida como “los todos” de Efesios 6:18:   

 

El cristiano debe orar en todo tiempo

Debemos orar en toda oportunidad. O sea, en la mañana al despertar, cuando salimos para el trabajo, cuando vamos a comer, cuando visitamos a un enfermo o alguien que necesita aliento, en la tarde o la noche junto a la familia, antes de dormir, por sólo citar algunos ejemplos.

También puede referirse a tiempos contrastados. Es decir, que debemos orar en los tiempos bueno cuando todo marcha bien, pues algunos tienen la tendencia de olvidar a Dios cuando las cosas están saliendo bien o están prosperando. Sin embargo, no podemos olvidar que todas las cosas las podemos perder en un segundo, y que si algo tenemos en por la gracia de Dios. Orar en los tiempos malos cuando las cosas no están saliendo bien y nos visita la desesperación, la frustración y la tristeza. Estos son tiempos especiales para buscar aun más profundamente a Aquel que nos puede sacar del pozo de la desesperación y del lodo cenagoso.

 

El cristiano debe orar con toda oración


Oración de confesión

Desde la muerte de Cristo en la cruz los hijos de Dios tienen libre acceso al Padre Celestial por medio de Jesucristo. La confesión de nuestros pecados es esencialmente un asunto de intimidad con nuestro Dios. Es abrirle nuestro corazón y derramar nuestra alma ante el trono de la gracia. Es humillarnos y arrepentirnos delante de su presencia. En 1 Juan 1:6-10 se nos aclara que nuestra confesión de pecado es a Dios quien es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad. La confesión de nuestros pecados es el primer tipo de oración, pues con pecados en el corazón Dios no nos responderá.


Alabanza y adoración 

La alabanza se puede definir como “reconocimiento a Dios por lo que ha hecho y hará en nuestras vidas” y la adoración “reconocimiento a Dios por lo que es en sí mismo”. Las Escrituras están llenas de expresiones de alabanzas y adoración que se han elevado a Dios en forma de oración y no solamente por medio de la música.


Súplica

Por supuesto que no puede faltar el tipo de oración más conocido: Las peticiones. Las cuales tienen que ser conforme a la voluntad de Dios.   


Acción de gracias

Una fuerte tendencia de las personas en el mundo de hoy es a ser olvidadizos cuando de dar las gracias se trata. Un tipo de oración o un motivo dentro de todas nuestras oraciones que nunca debería faltar es la gratitud o acciones de gracias. La Biblia es clara y directa al decirnos: “Dar gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”  (1Ts.5:18). “Por nada estéis afanoso, sino sean conocida vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Fil.4:6), “Perseverad en la oración, velando en ello con acción de gracias” (Col.4:2).


El cristiano debe orar con toda súplica en el Espíritu

Lamentablemente muchas oraciones son en la carne y no en el Espíritu, por eso son egoístas para gastar en los deleites. Una versión inglesa traduce “orar en el poder del Espíritu” y otra traduce “orar bajo la guía del Espíritu”. Romanos 8:26-27 nos recuerda que el Espíritu Santo es nuestro guía y nuestro intercesor para que nuestras oraciones tengan el sello espiritual que deben tener. Cuando buscamos la dirección del Espíritu Santo a la hora de orar seguramente vamos a pedir conforme a la voluntad de Dios y para honrar su nombre en cada respuesta.

 

El cristiano debe orar con toda perseverancia

La palabra “perseverancia” significa “apegarse a ello y no dejarlo de hacer”. La Biblia es clara: “Orad sin cesar” “Perseverad en la oración” “Constante en la oración”  “y velando en ello con toda perseverancia”. Roberto Law dijo: “La oración no es lograr que se haga la voluntad del hombre en el cielo, es lograr que se haga la voluntad de Dios en la tierra”. La mayoría de las personas dejan de orar cuando Dios está a punto de dar la respuesta. Perseverar no se trata de un capricho u obstinación, el autor Warren W. Wiersbe dice: “Debemos mantenernos en oración hasta que el Padre nos responda o el Espíritu nos detenga”. Resaltando el valor de orar perseverantemente Cristo narró dos parábolas al respecto en Lucas 11:5-10 y 18:1-8ª.

Ahora bien, ¿Por qué debemos orar con persistencia e insistencia? Entre otras cosas, primero porque orar no es solamente pedirle y pedirle a Dios, sino es un medio de comunicación para estrechar más nuestra amistad con el Señor, mientras más hablemos con Él de un asunto más fuerte será nuestra amistad. En segundo lugar, porque necesitamos depender de Dios y el hecho de volver a Él una y otra vez para resolver un asunto determinado habla de nuestro propósito de depender de su persona y no de nosotros mismos.

 

El cristiano debe orar por todos los demás cristianos

Hay un llamado en toda la Biblia a que oremos unos por otros. En el contexto en que aparece este pasaje tiene que ver con apoyar a nuestros hermanos en Cristo en oración porque están también inmersos en esta batalla espiritual y necesitan nuestro apoyo. Como dice el apóstol Pedro: “Sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo”. No estamos solos en esta lucha mientras otros oran por nosotros hagamos lo mismo con ellos.

 

El cristiano debe orar por todos los siervos de Dios

El apóstol Pablo pide oración específicamente por él, pero no para que Dios le librara de la cárcel, o le mejorara la salud (aunque serían motivos legítimos y comprensibles) pero prefirió pedir responsabilidad para cumplir a cabalidad la misión recibida del Señor. Pidió palabra para dar a conocer el mensaje del evangelio con poder y pidió valor para hacerlo en aquel contexto complicado en que se encontraba.

Debemos orar por los líderes espirituales del pueblo de Dios como los pastores, los misioneros, los evangelistas, los diáconos y responsable de los diferentes ministerios, entre otros.

En resumen,  respondiendo a la pregunta ¿Cómo debe orar el cristiano en medio de la guerra espiritual? Debemos recordar que el cristiano debe orar en todo tiempo, con toda oración, con toda súplica en el Espíritu, con toda perseverancia, por todos los cristianos y por todos los siervos de Dios.    


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lunes, 17 de agosto de 2020

Actitudes en medio del desierto

 

Mateo 3:1 y 4:1.

Los desiertos forman la zona más extensa de la superficie terrestre con más de cincuenta millones de kilómetros cuadrados. El Medio Oriente es una de estas zonas mayoritariamente desérticas del planeta, y siendo la región donde se desarrolló la mayor parte de la historia del pueblo de Israel en los tiempos bíblicos, indefectiblemente grandes eventos colectivos o individuales ocurrieron en algún desierto. Estos son por naturaleza regiones áridas de la Tierra con escasez o carencia de precipitaciones (sequía), poca o ninguna vegetación (improductiva o infructífera), limitada ocupación humana (solitarios), cuyas temperaturas extremas puede rebasar los cincuenta y cinco grados centígrados durante el día y varios grados bajo cero en la noche. Aunque debemos aclarar que el término en la Biblia es usado en algunas ocasiones para hablar de regiones con estas características y en otros, para hablar de lugares apartados de las ciudades aunque tengan un poco más de vegetación y pastos para alimentar los rebaños de ovejas. 

Ahora, por estas características distintivas, “el desierto” desde tiempos antiguos ha sido usado en lenguaje figurado para ilustrar los momentos difíciles de la vida, las pruebas, las tentaciones, las tragedias, o las crisis por la que todo ser humano en mayor o menor medida atraviesa durante sus días en la tierra.

Al analizar los diferentes eventos ocurridos en medio del desierto a lo largo de la historia bíblica, podemos observar distintas reacciones y actitudes asumidas ante la dura experiencia de hallarse en medio de un desierto por un tiempo prolongado, de lo cual podemos extraer un principio de vital importancia: El cristiano debe asumir una actitud correcta ante las crisis de la vida. Básicamente hay dos grades razones que se desprenden de estos eventos en medio del desierto que nos ayudan a entender porque el cristiano debe asumir una actitud correcta en tales circunstancias difíciles:

 

Porque asumir una actitud incorrecta ante las crisis de la vida nos puede alejar de Dios y sus propósitos 

En la Palabra de Dios encontramos el ejemplo clásico del pueblo de Israel en el desierto. A penas los Israelitas había emprendido la marcha para atravesar el desierto camino a la tierra prometida, llegó la primera prueba difícil –el Mar Rojo delante y el ejército egipcio detrás para devorarlos- el pánico se apodero del pueblo y la reacción fue inmediata (Ex.14:11-12). Todos recordamos el resto de la historia, pudieron experimentar el poder de Dios a su favor y saborear una contundente victoria. Después de tres días de camino enfrentan una nueva dificultad con la escasez de agua (Ex.15:22-27). Dios le proveyó agua potable en abundancia, sombra y descanso para recobrar las fuerzas. Un poco más de un mes de esto llegaron al desierto de Sin y les sobrevino una nueva prueba debido al hambre (Ex.16:2-4, 8), Jehová  proveyó alimentos que incluyó en ese momento carne de codornices en la tarde-noche y un pan especial durante la mañana (maná), cuya provisión duró cuarenta años (Ex.16:35). Tiempo después acamparon en otra zona desértica llamada Refidim, y una vez más hubo problema con el agua para beber (Ex.17:2-6), y por sólo citar un ejemplo más, estamos recordando la dura experiencia en el desierto de Zin (Nm.20:2-13). En todas estas experiencias fue tanto el mal comportamiento del pueblo que Moisés perdió los estribos y esto le costó no poder entrar en la tierra prometida.

Desdichadamente el pueblo de Israel adoptó actitudes incorrectas todo el tiempo en medio de las pruebas que atravesaron en el desierto(s). Sus reacciones estaban cargadas de quejas, incredulidad, murmuración, ingratitud y expresiones de amargura contra Dios y su siervo Moisés. Lamentablemente lo duro de las pruebas cuando nuestra vida entra en medio de los desiertos de sequía e improductividad espiritual, el calor de los problemas se vuelve irresistible o cuando el frío de la soledad ha inundado nuestro corazón, tendemos a seguir estas actitudes incorrectas delante de Dios que traen funestas consecuencias. Recordamos que esta generación de Israelitas que salió de Egipto rumbo a Canaán, excepto Josué y Caleb, producto de dichas actitudes fue sepultada en el desierto y nunca pudieron disfrutar de la tierra que fluye leche y miel. Perdieron los últimos cuarenta años de su vida en quejas, incredulidad, murmuraciones, ingratitud y amargura.

Afortunadamente no estamos condenados a mantener estas actitudes incorrectas para sufrir estas consecuencias funestas, pues la segunda razón por la que planteamos que el cristiano debe asumir una actitud correcta ante las crisis de la vida es:  


Porque asumir una actitud correcta ante las crisis de la vida nos puede acercar a Dios y sus propósitos

En el Nuevo Testamento tenemos el ejemplo clásico de las dos personas más grandes que han estado en el desierto de Judea:

 

    Juan el Bautista 


    Lucas 3:2 nos dice: “vino Palabra de Dios a Juan, en el desierto de Judea. Siendo descendiente de la línea sacerdotal, con lo cual podía vivir en la gran ciudad de Jerusalén, en una casa relativamente buena, gozar de ciertos privilegios, tener asegurada una buena comida cada día, etc. decidió ir a pasar períodos de tiempo (si no es que para entonces moraba allí) en el desierto de Judea con el propósito bendito de buscar intensamente el rostro de Dios. Estaba en el desierto de Judea porque tenía un gran dolor al ver a su nación sumida en la injusticia, la hipocresía y la lejanía de Jehová su Dios. Por tal razón, respondió enérgicamente al llamado para ser la voz del cielo que tanto se necesitaba después de cuatrocientos años de silencio profético. Como Juan el Bautista asumió la gran actitud de convertir el desierto en un lugar de encuentro diario y profundo con el Señor, su vida y ministerio a pesar de ser breves, fueron sumamente valiosos, útiles y victoriosos. Esta buena actitud en medio del desierto trajo como resultado un mensaje de fuego, una autoridad del cielo, un valor gigantesco y una obediencia absoluta. Denunció toda injusticia, llamó a la nación al arrepentimiento, reprendiendo a las autoridades religiosas y políticas por sus abusos y excesos (fariseos, los saduceos, los soldados romanos y el rey Herodes), le dio la gloria a Dios exaltando a la persona de Cristo del cual fue su fiel precursor, y finalmente, murió valientemente por sus convicciones de santidad y justicia. NUNCA permitió que lo difícil del desierto le llevara a asumir actitudes incorrectas sino lo usó SIEMPRE para buscar más y más de Dios.

 

 

Jesucristo 


Mateo 4:1-2. Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Todos recordamos las tres tentaciones de Satanás para que Jesús siguiera sus sugerencias y desechara así la voluntad del Padre Celestial, pero Cristo venció poderosamente. El haber salido vencedor en la prueba del desierto sirvió de preparación para enfrentar el glorioso ministerio público que llevaría adelante, pero también para resistir muchas otras tentaciones y oposiciones, así como otras dificultades propias del ser humano como el hambre, el cansancio, la pobreza, etc. y sobre todo fue una preparación para cumplir el propósito del padre al enviarle a este mundo para hacer el supremo sacrificio para la salvación de la humanidad perdida. ¿Cuál fue el secreto de su triunfo? Simplemente, cuando fue llevado al desierto, usó estos cuarenta días para someterse humildemente a Dios a través de la oración, ayuno y la obediencia a la Palabra de Dios con la cual venció todas las maquinaciones del diablo.  

En resumen, ante las crisis de la vida  -los desiertos que inevitablemente tenemos que atravesar- el cristiano debe asumir siempre una actitud correcta delante de Dios. Porque una actitud incorrecta como la quejas, las murmuraciones, la ingratitud o la amargura solamente consiguen que perdamos los mejores años de nuestra vidas y muchas bendiciones del Señor; por el contrario, cuando adoptamos una buena actitud como es convertir el desierto en una oportunidad de buscar más profundamente a nuestro Dios tendremos vidas y ministerios fructíferos y podremos salir vencedores sobre las pruebas y tentaciones.


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domingo, 16 de agosto de 2020

La Barca del Mar de Galilea



El Mar de Galilea, también conocido como “Lago de Genesaret” o “Lago Tiberíades”, representa muchísimo para los cristianos porque en este y sus alrededores nuestro Señor Jesucristo ejerció la mayor parte de su ministerio. La población de aquellas aldeas, y especialmente los pescadores, fueron impactados por el poder de Dios mediante los milagros que Cristo realizó allí.     

 Muy interesante fue un hallazgo en febrero de 1986, cuando producto de una sequía de 3 años las aguas de este mar disminuyeron y fue encontrado bajo la mescla de arena y barro del fondo una barca. Después de 14 años de un tratamiento especializado a esa madera, y de una profunda investigación, se pudo determinar que esta embarcación de 2000 años navegaba por el Mar de Galilea en el tiempo de Cristo, y aunque no se puede determinar con exactitud si perteneció a Pedro o algún otro discípulo, si está claro que de una forma u otra estuvo cerca de Jesús. Entonces, en relación con este descubrimiento me surge una pregunta: Si la barca pudiera cobrar vida y hablar ¿Qué nos contaría? Esta barca es un testigo silencioso de grandes eventos en la vida de Cristo y sus discípulos, y aunque ella no nos puede narrar los mismos, afortunadamente tenemos la Biblia que recoge de manera breve pero magistral estos trascendentales eventos. En tal sentido, una verdad que emana de estos acontecimientos gloriosos es la siguiente: Dios siempre obra oportunamente en la vida de sus hijos. Esta principio podemos verlo ilustrado en el extraordinario evento  de Jesús calmando la tempestad en el mar de Galilea. Cuando estudiamos el pasaje en su contexto literario inmediato podemos descubrir 3 principios que nos mueven a ver la obra poderosa y oportuna del Señor en la vida de sus hijos. 

 

Primer principio:

Vivir completamente entregados al servicio del Señor NO ES garantía de una vida libre de dificultades

Notemos que después de terminar con las enseñanzas del sermón del monte (Mt.5-7), descendió a las aldeas circundantes del mar de Galilea y mucha gente le seguía para ser sanados de sus enfermedades, por lo que estuvo hasta altas horas de la noche sanando y echando fuera demonios de muchos que sufrían tales azotes. Por tal razón, Jesús fue visitado por el agotamiento terminando totalmente extenuado. La gente seguía viniendo a verle, por lo que pidió entrar en la barca e ir a otra orilla. También cuando iba a montar en la barca un escriba le dijo que quería seguirle y Jesús le declaró “que no tenía ni donde recostar su cabeza”. Es decir, que también fue visitado por la pobreza económica. Como colofón de del día tan agitado, cuando logra dormirse en la barca fue visitado por una enorme y peligrosa tormenta (las muy conocidas sharkías de esta región), las cuales cambian totalmente el panorama de una calma absoluta a una agitación aterradora que puede levantar olas de varios metros muy peligrosas –la palabra en griego en el pasaje es la misma que se usa para terremoto- y si le sumamos a esto que las barcas en esta época eran pequeñas, rústicas y muy frágiles, movidas manualmente por remeros, hacía de la situación algo realmente preocupante.

De la misma manera nosotros tendremos que seguir enfrentando diferentes tormentas en nuestras vidas mientras luchamos por servir a nuestro Señor Jesucristo.

 

Segundo principio: 

Vivir completamente entregados al Señor y a su servicio ES garantía de la ayuda oportuna del Señor en medio de las dificultades

Mateo dice que se levantaron grandes olas que cubrían la barca y Marcos agrega que las olas arrojaban agua dentro de la misma y comenzaba a hundirse. Lo grande y agresivo de las olas hizo que toda la experiencia y habilidades de aquellos pescadores no fueran suficientes en ese momento para escapar de aquella terrible situación. Por esto, el pánico se apoderó de aquellos hombres que no tenían una solución a su alcance y la orilla se hallaba lejos.

A nuestras vidas también vendrán tormentas con olas tan grandes de problemas, que todos nuestros conocimientos, habilidades y fortalezas no sirvan de mucho. Hay situaciones que escapan completamente de nuestro control y de la posibilidad de encontrar una solución por nosotros mismos. Como suele suceder siempre en momentos como este, los discípulos clamaron desesperados: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”. La decisión más sabia que podemos tomar es precisamente esta: clamar al único que puede salvarnos en medio de las más difíciles tormentas de la vida. Pero debemos notar que ellos clamaron a Cristo que iba montado en su barca. El Señor siempre está dispuesto a socorrernos en nuestros problemas, pero es importante que le hayamos permitido subir a nuestra barca. Ciertamente muchas personas quieren que Dios les ayude cuando están en un problema, pero el resto del tiempo prefieren navegar sin él por los mares de este mundo.

Ahora, es interesante la frase “pero él dormía”. Literalmente hablando ya mencionamos el gran agotamiento que tenía en ese momento. Más allá de esto quiero pensar en el desespero de los discípulos porque Jesús dormía mientras ellos luchaban por sus vidas. En más de una ocasión nos sucederá en la vida que nos parece que la respuesta del Señor está retrasada y que seremos vencidos por lo duro de las pruebas, nos sentiremos solos, pensaremos que hemos sido abandonados o que él está ocupado en otros asuntos más importantes. Sin embargo, cuando comenzaban a perder las esperanzas, dice el pasaje: “levantándose, reprendió a los vientos y el mar; y se hizo grande bonanza”. En el momento exacto u oportuno trajo la calma al mar y la salvación a sus discípulos. Aunque humanamente nos parece algunas veces que el Señor está retrasado, Él siempre obra en el momento oportuno que él sabe que es mejor para todos. La pregunta de Cristo en ese momento pudiera ser para nosotros también hoy: “¿Por qué teméis, hombres de poca fe?” Nunca podemos dudar del amor y el poder de nuestro Dios para obrar en nuestras vidas, nunca debiéramos pensar que Él está retrasado… es interesante la expresión: “se hizo grande bonaza”, no se alivió la situación, no disminuyó algo el viento o el tamaño de las olas sino que fue una obra completa y perfecta como sólo él puede hacer… los discípulos se preguntaban: “¿Qué hombre es este, que aún los vientos y el mar le obedecen?” Nosotros encontramos la respuesta a esta trascendental pregunta cuando le entregamos toda nuestra vida para dejarle ser nuestro Señor y salvador. 

Ahora bien, ¿Por qué Jesús esperó a que la tormenta estuviera a ese nivel de peligrosidad? En busca de la respuesta encontramos el tercer principio.

 

Tercer principio: 

Entregarnos completamente al Señor en medio de nuestras tormentas es a menudo una experiencia que nos prepara para continuar enfrentando retos mayores en Su servicio

Debemos destacar que el ministerio continúo adelante después de este dramático evento, y lo hizo enfrentando retos aún mayores (Mt. 8:28-34). A la otra orilla, solamente unas horas después de haber pasado por una gran tormenta que Jesús calmó, liberó a dos hombres que estaban atormentados por muchos demonios y después de estar en su juicio cabal se convirtieron en grandes misioneros del evangelio en la región de Decápolis.

No caben dudas, que las duras pruebas que atravesamos en la vida son una escuela que Dios usa para moldear nuestro carácter y capacitarnos para ejercer un ministerio más profundo y efectivo para Su gloria.  

En resumen,  Dios siempre obra oportunamente en la vida de sus hijos.


Nos gustaría que nos dejara un comentario, pues quisiéramos continuar creciendo junto a usted en la vida cristiana.



 

martes, 11 de agosto de 2020

En la voluntad de Dios está la victoria



 Filipenses 1:12

Cuando se está en la voluntad de Dios, aun lo negativo se transforma en victoria. La historia bíblica confirma una y otra vez esta verdad. José echado en una cisterna y después vendido por sus hermanos como esclavo, continúo en sintonía con la voluntad de Dios y llegó a ser el primer ministro de la corte de Egipto, salvando a los suyos de perecer por la hambruna. El pueblo de Israel en su huida de Egipto entre el ejército del Faraón y el mar Rojo, por haber salido de aquel lugar bajo la voluntad de Dios, aquel día se transformó en una hermosa victoria y celebración. Los múltiples sufrimientos en la vida de Job y su final feliz nos hablan de esta realidad. Josafat rey de Judá, ante una aterradora y negativa amenaza de guerra, se humilla buscando la voluntad de Dios y obtiene una victoria por medio de la alabanza. Pudiéramos mencionar muchos otros como Jeremías en medio de muchas tribulaciones y dentro de una cisterna donde fue echado, exclamando: “Grande es tu fidelidad”. Y por supuesto, nuestro Señor Jesucristo totalmente sometido a la voluntad de Dios, sufrió la muerte de cruz, lo cual era un poderoso triunfo sobre Satanás, el pecado y la muerte.

De la misma manera Pablo estaba atravesando una situación bien difícil, negativa y trágica a los ojos humanos, pero él estaba viviendo en el centro de la voluntad de Dios y esto propicio que su situación se transformara en una visible victoria. Porque sin dudas: Cuando se está en la voluntad de Dios aún lo negativo se transforma en victoria. Esta verdad quedó demostrada en la situación del apóstol Pablo:  

 

     La difícil situación fue un canal para impactar a los de afuera del pueblo de Dios (Filipenses 1:13).

Él expresó: “Mis prisiones se han hecho patentes en Cristo”. Lo cual significa que al pasar los días se había ido aclarando, y a la vez divulgando, que Pablo no estaba preso por cometer ningún delito sino por su fe y fidelidad a Jesucristo. Esta aclaración pública no sólo trajo satisfacción a Pablo al ver que no había sido avergonzado (Como era su esperanza v.20), sino que a la vez permitió que el nombre de Jesucristo se continuara difundiendo de una manera u otra entre los hombres. Estaba sirviendo de impacto a los no creyentes convirtiéndose en una victoria.

En todo el pretorio”. Esta palabra se usaba para mencionar diferentes cosas que guardan cierta relación: (1) El cuartel general del campamento desde donde se dirigían las campañas. (2) La residencia de un general o del emperador. (3)El cuerpo de guardias privado del emperador. Es decir, una selección dentro del ejército de Roma, que llegó a alcanzar la cifra de 16000 soldados (parece que Pablo se refería a este último). Ahora analice que el apóstol dice que la noticia de su encarcelamiento por causa de su fe y fidelidad a Jesucristo se había difundido por todo el pretorio. Aunque a Pablo se le había permitido alquilar su propio lugar de estancia permanecía custodiado día y noche por al menos un soldado que iban turnándose; nadie puede dudar que Pablo aprovechó la oportunidad para testificar a cada uno de ellos. Lo negativo se transformó en una victoria.

Y a todos los demás”. Es decir, que su testimonio había trascendido el contexto militar, según el criterio de los comentaristas, esta expresión se refiere al pueblo romano en general.


      La difícil situación fue un canal para impactar a los de adentro del pueblo de Dios (Filipenses 1:14)

La mayoría de los hermanos”. Por cuanto Pablo les daba ejemplo al estar en el centro de la voluntad de Dios, aun la triste experiencia de la cárcel se convirtió en victoria. Notemos que dice “la mayoría”, no algunos, no un grupo, no los líderes, sino la mayoría fue impactada para bendición.

Cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones”. Es posible que los gobernantes romanos pensaran que al poner en prisión a Pablo, los creyentes se aterrarían y dejaran de predicar, pero el efecto fue todo lo contrario. Es decir, que lo negativo en la vida de Pablo, Dios lo convirtió en una victoria al infundir ánimo a su pueblo por medio de esta experiencia: “Se atreven mucho más a hablar la Palabra sin temor”.

 

    La difícil situación fue un canal para aclarar intenciones (Filipenses 1:15-18).

Tenemos que considerar un triunfo poder aclarar la intención que posee cada persona a nuestro lado dentro de la obra de Dios. La prisión de Pablo aclaró 3 intenciones: (1) “La mala intención de algunos”. (2) “La buena intención de otros”. (3) “La intención del propio apóstol Pablo”

 

     La difícil situación fue un canal para que Cristo fuera magnificado (Filipenses 1:20)

La amarga experiencia de la cárcel se convirtió en victoria al magnificar a Cristo a través del testimonio de Pablo. Magnificar a Cristo no significa hacerlo más grande, pues Él es inmensamente majestuoso por naturaleza, sino quiere decir que otros puedan reconocer su grandeza y caer a sus pies.

 

Conclusión.

El hecho de que la triste experiencia de la prisión de Pablo fue un canal para impactar a los de afuera y a los de adentro, para sacar a la luz intenciones y para magnificar a Cristo, nos recuerda: Que aún lo negativo se transforma en victoria cuando se vive en el centro de la voluntad de Dios.

Dios saca triunfos de aparentes tragedias, y hermosura de las cenizas. El hombre tiene sus maldades pero Dios tiene sus camino”. 

William MacDonald.


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sábado, 8 de agosto de 2020

Salmo 119:18,129: “La maravillosa Palabra de Dios”




La Biblia no es un libro más entre los miles que se han escrito en la historia humana. A pesar de ser escrita en un período de 1600 años a lo largo de 60 generaciones, por más de 40 autores de todas las clases sociales, incluyendo reyes, campesinos, filósofos, pescadores, poetas y eruditos, guarda una continuidad y unidad perfectas.

 Por otra parte, según datos oficiales la Biblia es el libro con mayor número de publicaciones, el más traducido, vendido y leído en toda la historia. También ha sido el más atacado, pero jamás vencido. Su influencia poderosa en el mundo es tal, que es prácticamente imposible medir su impacto a escala global. Esto se debe sencillamente al hecho incuestionable de ser la Biblia la Palabra eterna de Dios (Sal119:89; 1P.1:23-25), por lo cual sus enseñanzas no pasan, están siempre vigentes y tienen respuesta para toda situación. Además, es la Palabra de verdad (Sal.119:142,151; Jn.17:17). La verdad absoluta para todos los hombres, de todos los tiempos y lugares. La Biblia se destaca por ser la Palabra justa (Sal.119:.137,138,144). Por todo lo anterior podemos afirmar: La Biblia es la maravillosa Palabra de Dios para todo ser humano. En el Salmo 119 queremos destacar dos razones para argumentar esta verdad:  

  

La Biblia es la maravillosa Palabra de Dios porque es fuente inagotable de libertad (Sal.119:44,45)

El Diccionario Bíblico Caribe define el término libertad, desde el punto de vista espiritual, de la siguiente manera: “Liberación de aquello que esclaviza e impide que el hombre goce de plena comunión con su Dios Creador”. En este sentido las Sagradas Escrituras tiene una participación especial como fuente inagotable de libertad, relacionada con el pecado (Jn.8:31-36). Aunque estamos conscientes que es nuestro Señor Jesucristo quién nos liberta (Gá.5:1; Col.1:1-14), no podemos olvidar que es la Biblia quien nos señala el camino para encontrarnos con Él. El propio Cristo nos exhortó a Escudriñar las Escrituras porque ellas dan testimonio de Él (Jn.5:39). También la Palabra nos liberta de la ignorancia y la ceguera espiritual que esclavizan al hombre y lo mantienen alejados de Dios.

La historia ha demostrado que donde ha llegado la Biblia ha llegado la luz, la civilización y el progreso. (Sal.119:105). Se cuenta una anécdota de la vida real que a las manos de un matrimonio llegó una Biblia y el hombre fue el primero en comenzar a leerla. Al cabo de unos días le dijo a su esposa: “Amada, si este libro es la verdad, estamos equivocados”, continúo su lectura y varios días después le comenta: “Si este libro es la verdad, estamos perdido”, finalmente, se dirige a ella para decirle: “Amada esposa, si este libro es la verdad, ¡Podemos ser salvos!”. Así obra la Palabra de Dios quitando el velo de los ojos para que las personas puedan conocer a Dios y ser libres de la ignorancia que los destruye.

También podemos recordar lo que constituye posiblemente la mejor ilustración de la Biblia como fuente liberadora de la ignorancia: La reforma protestante, encabezada por Martín Lutero y seguida por un grupo de destacados reformadores. Los mismos se rebelaron contra la imperante Iglesia Católico Romana, la cual intencionalmente mantenía en la ignorancia a las personas en la Edad Media, prohibiendo leer la Biblia e  interpretarla personalmente con el auxilio del Espíritu Santo. Uno de los aportes más grande que estos hicieron fue traducir la Biblia al idioma del pueblo y ponerla en manos de la gente común. El resultado a corto y largo plazo fue volver a liberar al cristianismo del oficialismo religioso. De este reencuentro con la Palabra de Dios surgieron muchas denominaciones cristianas más apegadas a las enseñanzas de nuestro Señor y enfocadas en cumplir la Gran Comisión.

 

La Biblia es la maravillosa Palabra de Dios porque es fuente inagotable de sabiduría (Sal.119:66, 98-105, 130)

La Biblia como fuente inagotable de sabiduría es capaz de “hacer sabio al sencillo” y de humillar a los poderosos que se creen sabios en su propia opinión. La misma puede definirse como la capacidad para discernir entre el bien y el mal, y decidir hacer lo primero. Esta verdad ha sido reconocida por grandes personalidades en la historia como George Washington quién expresó: “es imposible gobernar el mundo correctamente sin la Biblia”, Thomas Jefferson agregó: “La Biblia hace las mejores personas del mundo” y  Abraham Lincoln: “Si no fuera por este Libro, no sabríamos la diferencia entre el bien y el mal. Creo que la Biblia es el mejor don que Dios le ha dado al hombre”. También el general Robert E. Lee dijo: “La Biblia es un libro en comparación con el cual todos los demás a mis ojos son de menor importancia, uno que nunca ha dejado de darme luz y fuerza y en todas mis perplejidades y aflicciones”, y el abogado Benjamín Franklin acotó: “Jóvenes, mi consejo para ustedes es que cultiven un conocimiento de las Escrituras y una fe firme en ella”.


En resumen, la Biblia es la maravillosa Palabra de Dios para todo ser humano.

Quiero terminar con el siguiente tributo anónimo a la Biblia que encontré en el libro “La Revelación e Inspiración de las Escrituras” de John M. Lewis: “Este libro contiene: La mente de Dios, el estado del hombre, el camino de salvación, la condenación de los pecadores y la felicidad de los creyentes. Sus doctrinas son santas, sus preceptos obligatorios, sus historias son verdad y sus decisiones son inmutables. Léela para ser sabio, créela para ser salvo y practícala para ser santo, ella contiene luz para dirigirte, comida para sostenerte y consuelo para alegrarte. Ella es el mapa del viajero, el cayado del peregrino, el compás del piloto, la espada del soldado y el título del cristiano. Aquí el paraíso es restaurado, los cielos son abiertos y las puertas del infierno son expuestas. CRISTO ES SU GRAN TEMA, nuestro bien su propósito y la gloria de Dios su fin. Ella debería llenar la memoria, gobernar el corazón y guiar los pies…es una mina de riqueza, un paraíso de gloria y un río de placer. Se te ofrece en la vida, será abierta en el juicio y será recordada para siempre. Ella involucra la más alta responsabilidad, recompensará la labor más grande y condenará a todo el que se burle de su contenido santo. 


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