sábado, 1 de agosto de 2020

Salmo 61: “Actitud del cristiano cuando le faltan las fuerzas”




Al comenzar con la expresión “Cuando mi corazón desmayare”, se pone de manifiesto que David tuvo momentos en su vida en que arreciaron las duras pruebas y llegó a sentirse totalmente sin fuerzas para seguir adelante. Esto nos hace recordar los momentos de nuestra vida en que nos sentimos desfallecidos de tal manera que nos faltan las fuerzas espirituales, emocionales y físicas para cambiar tan crítica situación. Ante esta realidad algunos se preguntan ¿Puede un hijo de Dios sentirse completamente sin fuerzas? La historia demuestra que todos los grandes hombres de Dios experimentaron semejantes situaciones. En tal sentido podemos recordar a Moisés (Nm.11:10-15), Elías (1Ry19:4,5), Jeremías (Jer.9:1,2), Miqueas (Mi.7:5), David (Sal.42:11), Salomón (Eclesiastés completo) y Cristo (Mt.26:38), entre otros. Por tal razón afirmamos: El cristiano debe buscar a Dios de todo corazón cuando le faltan las fuerzas. Nos preguntamos ¿Cómo puede el cristiano buscar a Dios de todo corazón cuando le faltan las fuerzas? El salmo 61 nos da 4 coordenadas para responder a esta pregunta:


Clamando a Dios (Sal.61:1-2)

La expresión “desde el cabo de la tierra”, no se refiere a una lejanía física o geográfica del salmista, sino denota cuan triste, desesperado y lejos espiritualmente de Dios se encontraba en un tiempo determinado de su vida. Es una referencia a esos momentos en que nos parece que estamos en un abismo profundo y no vemos a simple vista la respuesta de Dios, ni la solución a nuestra situación. Ante esta realidad la primera coordenada que el autor propone es “clamar a Dios”, lo cual no es simplemente una fría y rutinaria oración que hacemos como costumbre para darle gracias por los alimentos o antes de dormir. Clamar a Dios nos habla de un contenido profundo. Es decir, expresarle al Señor nuestros más íntimos pensamientos y sentimientos, nuestras preocupaciones y temores, frustraciones, impotencia, quejas, amarguras y tristezas. También clamar a Dios incluye la forma o actitud de total sumisión, humillación, dependencia y postración delante de su presencia. Algunos ejemplos en la historia bíblica que ilustran esta verdad son: Ana (1Sm.1:10-11,15). Un padre desesperado que clama a Cristo por su hijo endemoniado (Lc.9:37-43). David que lo mencionó en reiteradas ocasiones en sus escritos (Sal.4:1; 34:4-7; 42:1; 86:1-3). También cabe mencionar al apóstol Pablo cuando exhortaba a los cristianos de Éfeso a orar intensamente a Dios (Ef.6:18).

 

Refugiándonos en Dios (Sal.61:2b-4)

 El salmista emplea al menos 4 figuras para hablar de esta coordenada:

(1) “Llévame a la roca que es más alta que yo”.  La idea detrás de esta frase es que cuando estamos sumidos en muchos problemas, de diversas naturalezas, es como estar en medio de una tormenta donde soplan fuertes vientos, llueve intensamente y las aguas comienzan a inundarlo todo. Debido a esto, se apodera un gran temor de perecer ahogados y arrastrados por las corrientes. En ese momento tratamos de escapar refugiándonos en un sitio seguro pero no lo encontramos. Entonces, prácticamente sin fuerzas y sin esperanzas, alzamos nuestra mirada a los cielos buscando el único refugio verdadera y completamente seguro en este universo: Nuestro Dios. Y clamamos: “Llévame a la roca que es más alta que yo”. Es decir, elévame por encima de todas las aguas turbulentas y colócame en un lugar seguro y firme.

(2) “Porque tú has sido mi refugio y torre fuerte delante del enemigo”. La idea se basa en las tan comunes guerras de esa época. Los problemas son vistos como un ejército enemigo que viene con toda su furia a destruirnos. En aquellos tiempos las ciudades tenían grandes muros para protegerse y elevadas torres construidas lo más fuerte posible. El enemigo casi nunca podía llegar hasta un lugar tan alto y fuerte.

(3) “Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre”. El tabernáculo era el lugar donde el pueblo iba a buscar la presencia de Dios, a rendirle sus ofrendas y a recibir Su perdón. Nunca estaremos más seguros que cuando buscamos la presencia de Dios y experimentamos su maravilloso perdón.

(4) “Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas”. La mayoría de las aves cuando arrecia la lluvia y el frío, cubren con sus alas a sus polluelos, dándole la protección y el calor que necesitan. Lo cierto es que mientras más intensa es la tormenta en nuestra vida más tenemos que refugiarnos en Dios.

  

Meditando en las bendiciones de Dios (Sal.61:4-7)

Tenemos la tendencia a deprimirnos cuando nos faltan las fuerzas a causa de las duras pruebas. Esta condición nos vuelve pesimistas y nos roba la visibilidad para ver que no todo es malo o trágico, pues aún en la más densa oscuridad los hijos de Dios pueden encontrar algo para agradecer y glorificar a Dios. Alguien dijo: “Si lloramos por haber perdido el sol, las lágrimas no nos dejarán ver las estrellas”. Esto me recuerda la ocasión cuando Pablo y Silas presos en una fría y oscura celda por predicar el evangelio, con las manos y los pies atados a un cepo, estaban cantando himnos de alabanzas al Señor. David también conocía este importantísimo principio espiritual, por lo que recordar las bendiciones de Dios sobre su vida pasada y presente, alentaban su corazón con nuevas fuerzas para seguir adelante.

 

Adorando a Dios (Sal.61:8)

Es sumamente importante ser un adorador como Cristo lo definió: “En espíritu y verdad”. Un verdadero adorador del Dios vivo y verdadero sabe que su adoración a Él no depende de las circunstancias externas. O sea, que no se trata de adorarlo cuando estoy de buena y callar cuando las crisis han llegado. Sin dudas, que este es un nivel de madurez espiritual que no todos han alcanzado, pero que si todos debemos luchar por alcanzar. Cuando la vida no nos sonríe como antes y las fuerzas comienzan a faltar, en lugar de dejar de buscar y adorar a Dios, es cuando más necesitamos hacerlo. Es como no poner a cargar un dispositivo electrónico porque le queda poca carga, cuando más necesita recibir nueva energía para seguir funcionando.


En resumen, el cristiano debe buscar a Dios de todo corazón cuando le faltan las fuerzas.



Nos gustaría que nos dejara un comentario, pues quisiéramos continuar creciendo junto a usted en la vida cristiana.