Mateo 16:18.
Satanás hizo muchos intentos por destruir a Jesús o desviarlo de su propósito al venir a este mundo. Trató de eliminarlo cuando era un niño usando a Herodes, pero fracasó. También al comenzar su ministerio público tentándolo de diversas formas. Más adelante a través de la oposición de diversos grupos y sectas, pero también fracasó, pues Cristo se mantuvo firme hasta el final y consumó el plan de salvación para el cual vino a este mundo. Con su muerte y resurrección dejó herido de muerte al diablo quien desde entonces “como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1P.5:8). Desde que Cristo ascendió a los cielos y dejó fundada su Iglesia, esta ha sido el blanco de los ataques del maligno. .
Desde los mismos comienzos la Iglesia empezó a
sufrir persecución en manos de los judíos y también del Imperio Romano. Al paso
de los siglos la Iglesia no ha quedado exenta de dichos ataques. Estos han
tomado diversas formas y rostros con ataques externos e internos. Como Pablo
escribió en una ocasión al despedirse de una iglesia: “Porque yo sé que después de mi partida
entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán el rebaño. Y de
vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar
tras sí a los discípulos” (Hch.20:29-30). Y aunque estos ataques hacen
grandes daños, haciéndonos perder algunos combates, esto no significa que
vayamos a perder la guerra porque Cristo fue claro cuando expresó: “Las puertas del
Hades no prevalecerán contra ella” (Mt.16:18).
Todo lo anterior nos lleva a recordar que la
lucha será dura todo el tiempo hasta el final, pero tenemos la promesa del
Cristo que venció la muerte, al diablo y al pecado en la cruz, de que la
victoria nos pertenece. Por todo esto podemos afirmar con toda seguridad: A
pesar de todos los ataques del maligno la iglesia prevalecerá. Esta
verdad nos conduce a formularnos dos
importantes preguntas:
1.
¿Cuáles son
las principales áreas que el enemigo ataca?
a. Ataques a la Unidad
La unidad de la iglesia es esencial para que pueda cumplir la misión. Cristo en su oración intercesora por sus discípulos (Jn.17:20-21) dejó claro que si no hay unidad en la iglesia la gente no creerá en el evangelio. El apóstol Pablo en Efesios 4:2-3, hace énfasis en lo vital de guardar la unidad de la iglesia. Este pasaje comienza con el término “solícitos”, el cual significa “estar atentos, prestar especial atención, ser diligentes, ponerle el corazón” en guardar la unidad del Espíritu.
Encontramos en el Nuevo Testamento a la iglesia
de Corinto descuidando la unidad y enfrentando serios problemas. Pablo les escribe
claramente para llamarles la atención por la desunión en que se encontraban. La
realidad es que el diablo sabe la importancia de la unidad y hará todo lo
posible por romperla creando divisiones, peleas, confusiones, rencores, todo cuanto
pueda para que no reine el amor, la paz, el perdón y la reconciliación, para
que no haya avance juntos en la extensión del Reino de Dios. Además, para que
el testimonio quede manchado.
b.
Ataques
a la Moral
Vivir una vida de pureza moral delante de Dios y de los hombres también es esencial para que la iglesia pueda prevalecer. Podemos recordar que Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para santificarla (Ef.5:25-27). Cuando se vive a la altura moral que Dios demanda, se tiene autoridad para proclamar que Cristo limpia, cambia, restaura y transforma. Esto no significa que seamos perfectos, pero sí que en obediencia a nuestro Señor estamos en el camino hacia la perfección.
El diablo ataca la moral porque sabe que un
cuerpo u organismo desmoralizado no tendrá fuerzas, no será efectivo, no podrá
impactar al mundo y no podrá guiar a nadie.
c.
Ataques
a la Doctrina
Por lo importante que es para la Iglesia creer y proclamar la sana doctrina, Pablo le aconseja al joven Timoteo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina” (1Ti.4:16). Hay infinidad de pasajes neotestamentarios que nos exhortan a cuidar la doctrina, a no adulterarla, no tergiversarla, ni usarla con fines propios. Doctrina viene del término “dogma” que significa “enseñanza que nunca cambia”. Sin dudas, que las enseñanzas de Dios son inmutables y eternas como Él. Cristo dijo: “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mt.24:35).
La consecuencia más común de descuidar la
doctrina de Dios son las tan peligrosas herejías que a la vez conducen a la
apostasía. El diablo ataca esta área porque sabe que si no creemos lo que Dios
dice o creemos algo falso y distorsionado no vamos a obedecer a Dios y
quedaremos desorientados. Por eso el salmista decía: “Lámpara es a mis pies tu Palabra, y
lumbrera a mi camino” (Sal.119:105).
2. ¿Por qué la iglesia de Cristo prevalecerá?
La iglesia de Cristo prevalecerá porque está edificada sobre la Roca. Aquí hay un juego de palabras en el original griego, pues no está fundada sobre Pedro (“petros”), sino sobre la Roca inconmovible de los siglos (“petra”) Jesucristo.
Ahora bien, Cristo ha dado la victoria a su iglesia.
De tal manera que:
a. Ante los ataques a la unidad Cristo intercedió a favor de sus discípulos
Es interesante que Cristo intercedió por la unidad de sus discípulos más cercanos e incluyó “no sólo por estos, sino por los que han de creer por la palabra de estos”. Por todos sus seguidores de todos los tiempos. Cuando intercedió con tanta vehemencia por la unidad de sus hijos, es porque sabía de ante mano que esta es un área esencial y que iba a recibir muchos ataques.
Por otra parte, Cristo no solamente intercedió en el pasado, sino que sigue intercediendo por los siglos a la derecha del Padre Celestial (Ro.8:34).
b. Ante los ataques a la moral Cristo es Santo, Santo, Santo
Su santidad trasciende todas las cosas y llega
hasta nosotros hoy. Hebreos nos recuerda: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino no que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado” (He.4:15). Nuestro Señor Jesucristo nos sostiene, ayuda y levanta si caemos.
c.
Ante
los ataques a la Doctrina Cristo nos aconsejó
“Escudriñad las
Escrituras; porque a vosotros os parece que ella tenéis la vida eterna; y ella
son las que dan testimonio de mí” (Jn.5:39).
Tenemos que leer,
meditar, estudiar y aplicar la Palabra de Dios cada día a nuestra vida. Nuestra
falta de estudio y de profundización en las Escrituras hace que las herejías
parezcan tener algo de razón y proliferen, creando todo tipo de confusión.