martes, 30 de junio de 2020

Imitando a Cristo en la administración del tiempo


                       

Nuestro Señor Jesucristo fue un excelente administrador del tiempo en su ministerio público. Él demostró estar consciente de un cronograma divino en su vida (Jn.7:6; 12:23,27; 13:1; 17:1). En cierta ocasión le expresó a su madre: “Aun no ha llegado mí hora” (Jn.2:4). Cuando reflexionó sobre su vida terrenal exclamó: “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” (Jn.17:4). Jesús completó su propósito sin que ninguna parte se haya malogrado por el indebido apuro, ni dejó alguna obra a media por la falta de tiempo. Debido a su sentido de ubicación, no malgastó su tiempo en cosas innecesarias, sino se concentró en los asuntos vitales que concordaban con su misión.

Las personas que han hecho buenos aportes a la humanidad, incluyendo a los cristianos en su ministerio para el Señor, ha sido fruto del buen uso del tiempo que Dios les concedió, más que de sus conocimientos o talentos. Teniendo en cuenta lo esencial de este tema el apóstol Pablo nos recuerda: “Aprovechando bien el tiempo” (Ef.5:15-16). Por tal razón, es importante que no olvidemos que el tiempo es el recurso más valioso que Dios nos ha regalado, pero también el más escaso. El tiempo no puede ser ni retrasado, ni detenido, ni, estirado, ni acumulado –lo usamos bien o lo perdemos para siempre-. Por esto aseveramos: es necesario imitar a Cristo en la administración del tiempo para una vida cristiana sólida. Esta afirmación nos conduce a preguntarnos ¿Por qué Cristo era un buen administrador del tiempo? Consideremos tres razones vitales:                                                                            


Porque dependía totalmente de Dios 

Existe una visible relación entre la dependencia de Dios en oración y por medio de su Palabra, y el mejor uso del tiempo. En realidad no existe una mejor manera de usar nuestro tiempo que cuando lo empleamos en fortalecer la relación con nuestro Dios. Los afanes, los placeres y los entretenimientos de este mundo son pasajeros, pero nuestra relación con Dios es eterna. Además, a través de la dependencia de nuestro Dios hayamos sabia dirección, y el avivamiento espiritual, para usar el tiempo en las mejores cosas.

 

Porque tenía una perspectiva clara de su misión en la tierra

Una de las cosas que más nos hace perder el tiempo es la desorientación o falta de una dirección clara. Indudablemente, cuando no estamos claros de cuál es el propósito de Dios para nuestra vida, perdemos muchísimo tiempo dando tumbos de un lugar a otro. Cuando nos encontramos bajo este estado de desconcierto, muchas veces reaccionamos tratando de estar en todos los trabajo y ministerios de la iglesia, pero en realidad logramos muy poco. Cristo tenía una perspectiva muy clara de su misión en la tierra y esto le servía para evaluar como usaba el tiempo. Él expresó su razón de ser en la tierra con varias expresiones hermosas (Mr.10:45; Jn.10:10; 18:37), también antes de ascender a los cielos nos dejó una misión clara para cumplirla hasta lo último de la tierra (Mt.28:19-20). Por lo tanto, si queremos aprovechar bien el tiempo como Cristo lo hacía, tenemos que descubrir en oración nuestra misión en este mundo.

                            

Porque tenía en orden las prioridades a la luz del reino de Dios

Los estudiosos de estos temas afirman que es prácticamente imposible hacer todo lo que quisiéramos hacer en un día típico de vida y trabajo. Por lo tanto, es de vital importancia establecer prioridades para concentrarnos en las cosas que son realmente importante. Entonces, la pregunte es ¿Qué es lo realmente importante? O ¿A qué le vamos a dar prioridad? Alguien dijo: “No podemos hacer todo lo que queremos pero podemos hacer todo lo que Dios quiere que hagamos. Dios nos dio tiempo para hacer su voluntad ¿Qué estamos haciendo?”. Es importante notar que Jesús no perdía tiempo en cosas triviales, que nada aportaban a los intereses del reino de Dios. Él tenía establecido bien claro sus prioridades, que eran las prioridades de su Padre celestial. Por esa razón, dejó en varias ocasiones a los fariseos a un lado, para ir a otros lugares a realizar su trabajo. También rechazó la intensión de muchos de hacerle rey, y expresó al respecto: “Mi reino no es de este mundo”. Contrario a todo esto dedicó su tiempo a predicar el Evangelio, enseñar las Escrituras y  hacer toda clase de bien a los necesitados (Mt.9:35). Además de lo anterior, priorizó la capacitación de sus  discípulos para que continuaran la obra que Él comenzó. Es provechoso volvernos a preguntar ¿A qué le estamos dedicando nuestro tiempo? ¿Cuáles son nuestras prioridades en la actualidad?


Es necesario imitar a Cristo en la administración del tiempo para una vida cristiana sólida, dependiendo de Dios, teniendo clara la misión que nos encomendó y teniendo las prioridades bien establecidas.

Termino con dos frases que me han hecho bien en mi vida:

 

“Las horas y los días seguramente pasarán, pero los podemos dirigir para  que tengan un propósito y sean productivos”.  

J. Oswald Sanders.

 

 

“El mejor uso de la vida es utilizarla en algo que dure más allá de ella. El valor de la vida no es su duración sino su donación: no cuantos años vivimos, sino con cuanta plenitud los vivimos” 

 

Filósofo William James.