El
poderoso acontecimiento de la Resurrección de Cristo posee una importancia
extraordinaria para toda la humanidad en todos los tiempos. Especialmente para
los cristianos y la iglesia constituye un cimiento glorioso que sostiene
nuestra fe.
Muchos
argumentos se han esgrimido a lo largo de la historia para demostrarle a los
ateos, y a los escépticos, la autenticidad histórica de la Resurrección. Entre
estos podemos recordar la tumba vacía
desde entonces y ninguna evidencia de su cuerpo a pesar de los muchos esfuerzos
en tal sentido. También los testigos
oculares de Cristo resucitado y el
cambio anímico de los mismos después de la resurrección. Hubo más de 500
testigos oculares que compartieron personalmente con Jesús después de su
Resurrección, y se torna interesante el cambio de estado de ánimo de estos, de
una profunda tristeza por su muerte, a un gozo indescriptible y una entrega
total de sus vidas. Otra evidencia incuestionable es la manera en que la iglesia ha permanecido y continuado
creciendo al paso de los siglos. Esto a pesar de la feroz persecución que
ha sufrido a lo largo de la historia. Y la más grande de las evidencias son los
millones de vidas trasformadas por el
poder de Cristo en todos los tiempos y lugares.
Ahora
bien, aunque estas investigaciones y argumentos poseen un gran valor, lo más
importante está relacionado con el significado y las implicaciones de la
Resurrección de Cristo para la vida del ser humano, y de manera especial para
los cristianos. Por esta razón afirmamos: El
cristiano debe vivir lleno de seguridad porque Cristo resucitó. En el Nuevo
Testamento podemos encontrar al menos cuatro razones que demuestran esta verdad:
La Resurrección de Cristo nos da la seguridad de su divinidad (Jn.20:24-29)
Muchas personas en este
mundo aceptan el hecho de que Cristo vivió realmente en un momento puntual de
la historia. Creen que fue un buen hombre y un gran maestro, pero no aceptan su
divinidad. Tristemente no creen que es Dios encarnado como afirma la Biblia (Jn.1:1 y 14; 1Ti.3:16). El asunto es
que si Cristo no es Dios como afirmó, y es solamente un ser humano más, por más
bueno que haya sido, no sería digno de confianza. Afortunadamente, la
experiencia de millones de personas alrededor del mundo en estos veinte siglos,
confirman la veracidad de su resurrección gloriosa. Podemos tener la completa
seguridad de que es exactamente quién dijo ser. Él es el único camino para
llegar a Dios (Jn.14:6). Y es por
medio de su sacrificio en la cruz que podemos obtener el perdón de pecados y la
reconciliación con Dios (Hch.2:22-24,32,33,36-38;
2Co.5:17-19).
La Resurrección de Cristo nos da la seguridad de nuestra resurrección y vida eterna
Una de las cosas más
hermosas que ha unido a todas las generaciones de discípulos de Jesús en estos
veinte siglos, es precisamente la esperanza gloriosa de la vida eterna y la
resurrección que Él nos ha prometido para el día postrero. Algunos pasajes
claves en este sentido son: Jn.6:40; Ro.4:24-25;
1Ts.4:13-18; 1Pd.1:3. Siempre me ha fortalecido mi vida espiritual una
frase que emana del corazón de este evento sin par: “Por cuanto él vive yo también viviré”.
La Resurrección de Cristo nos da la seguridad de la victoria en esta vida presente
El trascendental evento
de la resurrección no solamente tiene implicaciones para la eternidad, sino una
relación directa con las luchas y victorias del diario vivir de la vida de cada
hijo de Dios. La Biblia es clara al mostrarnos que por cuanto Cristo se levantó
de los muertos: (1) Nos acompaña cada día de nuestras vidas y hasta el fin del
mundo (Mt.28:20; 18:19-20). (2) Está
sentado a la diestra de Dios intercediendo por nosotros (Ro.8:34). (3) Nos cubre con su amor, nos defiende y nos da la
victoria en medio de tantas luchas que cada día tenemos que enfrentar (Ro.8:31-39). ¡Glorificamos el nombre
de nuestro Dios por esta bendita seguridad!
La Resurrección de Cristo nos da la seguridad de que no estamos trabajando en vano para nuestro Dios
En el capítulo 15 de la
primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo diserta magistralmente sobre la
resurrección de Cristo. Es interesante como finaliza dicho capítulo con las
siguientes palabras: “Así que, hermanos
míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre,
sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1Co.15:58). En otras palabras, debido
a que Cristo vive, está a la derecha de Dios intercediendo por nosotros y su
presencia nos acompaña aquí en todo momento, es que podemos trabajar sabiendo
que aunque no veamos grandes resultados de nuestra labor, no estamos trabajando
en vano. Relacionado con esto, un pastor bautista cubano, solía decir: “Un día podré contemplar en la eternidad
cuanto significó realmente mi vida y trabajo ministerial para los que me vieron
vivir mientras estuve en la tierra”.