viernes, 4 de septiembre de 2020

Sirviendo todos unidos


 

Nehemías 2:17 al 3:1.

El capítulo tres de Nehemías es un reconocimiento de lo que el pueblo de Dios puede hacer cuando, después de depender de Él, se unen hombro a hombro para trabajar en la edificación de las ruinas que nos rodean. En aquellos días eran los muros y el resto de la ciudad de Jerusalén, hoy son las vidas desechas por el pecado, la desesperación y la desesperanza por la triste condición de andar sin Cristo en este mundo en ruinas. Frente a este capítulo queremos destacar el siguiente principio clave: Es imprescindible trabajar todos unidos en servicio genuino para el avance de la iglesia. Analicemos este principio por parte para su mejor comprensión.


Para el avance de la iglesia es imprescindible trabajar todos

 

Es interesante notar en este capítulo que en la reconstrucción de los muros de la ciudad participaron judíos de todas las clases sociales, de todos los oficios y de todas las zonas de la ciudad. En este sentido se mencionan sacerdotes (v.1), plateros y perfumeros (v.8), gobernadores y mujeres (v.12), levitas (v.17), comerciantes (v.32), entre otros. Es decir, que la inmensa mayoría del pueblo se entregó a trabajar para edificar Jerusalén. Es importante recordar que la iglesia cristiana por muchos siglos perdió el rumbo al dejar completamente el principio bíblico de que “cada cristiano es un ministro de Jesucristo”, por cuanto hemos recibidos diferentes dones (Ro.12; 1Co.12; Ef.4) para la edificación de la iglesia (1Co.12:4-6; 1P.4:10).

 

Lamentablemente, Satanás hizo creer al pueblo de Dios que el trabajo de la iglesia estaba confinado a unos pocos hombres escogidos o como algunos le han llamado los “profesionales del ministerio”. Este criterio está muy lejos de la verdad bíblica. A tal punto nos alejamos del principio bíblico que algunos estudiosos plantean que una gran iglesia es aquella que tenga sirviendo con sus dones al 10% de sus miembros, porque muchas no llegan ni al 3%, pero no podemos conformarnos con esto pues el propósito de Dios es que el 100% de sus hijos le sirvan de diferentes formas según el don(es) que hemos recibido. Por lo tanto, si queremos ver avanzar con paso firme a la iglesia de Cristo en medio de este mundo en ruinas, tenemos que alistarnos TODOS en las filas del Señor. Todos deberíamos tener en nuestras vidas como un  lema el antiguo himno “Yo Quiero Trabajar para el Señor”. Teniendo la misma convicción que expresa el estribillo de este: “El que quiera trabajar, hallará también lugar, en la viña del Señor”.

 

Al respecto nos preguntamos ¿De qué manera estás trabajando para la Gloria de Dios y la edificación de la iglesia? Recuerda que el Señor quiere que todos sus hijos trabajen en su obra para el avance de su iglesia.   

 

 

Para el avance de la iglesia es imprescindible trabajar todos unidos  

 

En todo el capítulo que nos ocupa se puede respirar un espíritu de unidad. Se mencionan muchas familias una al lado de la otra trabajando en la restauración de los muros en perfecta armonía. No existe un solo indicio de que en aquellos días hubiese manifestaciones entre ellos de celos, envidias, críticas o descontentos. Este buen espíritu les permitió avanzar rápidamente y con excelencia, terminando la obra en un tiempo record. 

 

La realidad es que si en la iglesia todos trabajan, pero reina un espíritu de desunión, se logrará muy poco y será contraproducente para el testimonio de la misma ante el mundo que nos ve vivir. Un ejemplo clásico lo constituye la iglesia en Corinto donde todos querían destacarse en el uso de sus dones pero imperaba la competencia y la desunión, por lo cual las consecuencias fueron caóticas. Es por esta razón, que a lo largo del Nuevo Testamento se hace tanto énfasis en la importancia de la unidad entre los cristianos que conformamos la iglesia. En este sentido, encontramos a nuestro Señor Jesucristo intercediendo delante del Padre en Juan 17:20-23 por la unidad de sus seguidores.  Debemos tener en cuenta que aunque no podemos producir la unidad de la iglesia (esta viene de Dios por medio de su Espíritu Santo), si podemos afectarla negativamente con nuestras malas actitudes y falta de cooperación, lo cual queda afirmado en la gran cantidad de mandamiento para que cumplamos “unos a otros”, como por ejemplo: amarnos, servirnos, perdonarnos, soportarnos, saludarnos, orando, animarnos y honrarnos.  

 

Para el avance de la iglesia es imprescindible trabajar todos unidos en servicio genuino

En medio del buen espíritu de trabajo unido encontrado en el capítulo tres de Nehemías, hallamos una excepción en el versículo cinco: “Los líderes de los tecoítas”, los cuales no quisieron servir en las obra del Señor, lo que tristemente quedó registrado para la posteridad. Una buena pregunta sería ¿Cómo pasaremos nosotros a la historia? ¿Qué escucharán nuestros hijos y nietos sobre nuestra disposición a trabajar para el Señor? Lo cierto es que un factor clave en el avance de la iglesia es el servicio genuino de los cristianos que la conforman. Cuando decimos servicio genuino nos referimos al que nos enseñó nuestro Señor Jesucristo. Todos recordamos que su servicio era humilde y desinteresado, sin esperar nada a cambio. Esto lo demostró cuando siendo en forma de Dios no estimó ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se vació a sí mismo tomando forma de siervo, siendo humillado hasta la muerte y muerte de cruz por nosotros. Es decir, dejando su trono de gloria vino no para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. Estamos hablando del servicio que demostró al lavar los pies de sus discípulos, y el que nos enseñó cuando dijo: sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grande ejercen sobre ella potestad. Mas entre vosotros no será así, sino el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo” (Mt.20:25-27).

Si cada cristiano asume estas actitudes en el servicio a Dios y al prójimo, sin duda alguna, el Señor bendecirá a su iglesia en el cumplimiento de su misión y el desarrollo de sus ministerios.   

 

En resumen, para el avance de la iglesia es imprescindible trabajar todos unidos en servicio genuino.



Nos gustaría que nos dejara un comentario, pues quisiéramos continuar creciendo junto a usted en la vida cristiana.