viernes, 3 de abril de 2020

La fragilidad humana


Por. Abdiel y Leza

La rápida expansión de la pandemia producida por el nuevo coronavirus, que causa la enfermedad que han llamado Covid-19, nos está dejando múltiples lecciones que debemos considerar seriamente. En tal sentido, es interesante notar que el SARS Co-V 2[1],  no hace diferencia entre los seres humanos.

Cada día somos sorprendidos por noticias de nuevos contagios entre personas de renombre a nivel mundial. Entre estos se encuentra Boris Johnson, a pesar de su fructífera carrera política que incluye el cargo de alcalde de Londres por ocho años, posteriormente ministro de Asuntos Exteriores y primer ministro del Reino Unido en la actualidad. También la esposa de Justin Trudeau, primer ministro de Canadá; así como el reconocido cantante Placido Domingo, el famoso y multilaureado actor norteamericano Tom Hanks y su esposa, el distinguido príncipe Carlos de Gales y otros reconocidos políticos del mundo. En la lista que continúa creciendo, figuran nombres de deportistas de alto rendimiento, destacados músicos, médicos y muchas otras distinguidas personalidades de diversos ámbitos en todo nuestro planeta.     

Los efectos de esta pandemia están echando por tierra las ideas desatinadas, malas actitudes y conductas erradas de los seres humanos que, viviendo lejos de Dios, se ven a sí mismos como superiores a los demás, poderosos e intocables al confiar en las cosas de este mundo. Lamentable la situación actual demuestra que ni la fama, ni el dinero, ni la fuerza física, ni la influencia política, ni la inteligencia, ni el nivel educacional, ni los muchos títulos, ni el talento, ni ningún otro aspecto de los que el ser humano hace gala, ha podido frenar el avance sobre la humanidad de este peligroso enemigo microscópico.

Contrario a lo que muchos piensan de sí mismos, la Biblia presenta claramente nuestra verdadera condición delante de Dios. En Ella se destaca la fragilidad del ser humano debido a su naturaleza pecaminosa (Job 7:17; Salmo 8:4). El Salmo 144:3 nos dice: “Oh Jehová, ¿Qué es el hombre, para que en él pienses, o el hijo del hombre para que lo estimes?”. También es posible comprender nuestra débil condición por medio de las figuras usadas en el lenguaje bíblico, entre estas: (1) Somos polvo (Gn.2:7; 3:19; Ecl.3:20; 12:7). (2) Somos un soplo (Job.7:7). (3) Somos como neblina (Stg.4:13-16). (4) Somos como la hierba del campo (Sal.37:2; 90:5-6; 103:15; Is.40:6-8; Stg.1:10; 1P.1:24). (5) Somos seres temporales o transitorios (Sal.90:9b).    

A pesar de la crisis global que enfrentamos, que pareciera no tener una solución a corto plazo, afortunadamente podemos acudir al realmente grande, fuerte, eterno y todopoderoso: el único y verdadero Dios. Todos estos grandes atributos, sumados a su inmenso e indescriptible amor y misericordia, se combinan para ayudarnos a caminar en medio del valle de sombra de muerte, hacernos cruzar el mar sin ser devorados por sus aguas y frenar una pandemia cuyos largos brazos están causando gran estrago a escala mundial.    

Ante esta verdad concluyente, toda persona debería dejar de confiarse en sus fuerzas, capacidades y recursos, para confiar plenamente en el único y verdadero Dios.  

“Oh Señor, ten piedad de nosotros; en ti hemos esperado. Sé nuestra fortaleza cada mañana, también nuestra salvación en tiempo de angustia.”[2]


Nos gustaría que nos dejara un comentario, pues quisiéramos continuar creciendo junto a usted en la vida cristiana.

 



[1] Nombre del nuevo coronavirus responsable de la Covid-19.

[2] Biblia de estudio –LBLA. La Habra, California: The Lockman Foundation, 2000.