miércoles, 28 de octubre de 2020

Una conducta diferente


 

1 Pedro 1:13-22

Este pasaje usa la expresión figurada: “Ceñid los lomos de vuestro entendimiento”, la cual es tomada de la costumbre de aquella época en las tierras del Medio Oriente. Las personas se vestían con ropas largas y anchas, pero cuando necesitaban acelerar el paso se ceñían sus vestidos a su cuerpo con un cinto.

El apóstol Pedro con esta ilustración está exhortando a sus destinatarios a salir al mundo hostil que les perseguía, preparados mentalmente para mantenerse firmes y defender la fe que profesaban en Cristo. Y para enfrentar tan grande desafío debían ser “sobrios”, manteniendo su fe y esperanza: “Esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado”. Por cierto, el término “por completo” en el idioma original involucra esperar con “toda responsabilidad y madurez”.

Esperar con toda responsabilidad y madurez la manifestación gloriosa de nuestro Señor Jesucristo implica vivir en obediencia a Él dignificando su nombre en todo lo que hacemos. Es vivir cada día como si fuera el último para este mundo, como si al atardecer un resplandor cubriría el cielo por la aparición del Rey de reyes y Señor de señores.

Por todo lo anterior, el apóstol Pedro les recuerda que debían vivir una vida diferentes a cuando vivían lejos de Dios. Esto nos lleva a afirmar el siguiente principio: El cristiano debe mostrar una conducta diferente al mundo porque fue rescatado por Cristo. ¿Por qué el cristiano debe mostrar una conducta diferente por haber sido rescatado por Cristo? En esta porción de la carta de Pedro podemos identificar tres propósitos para lo cual fuimos rescatados por Cristo. 

   

1.      Cristo nos rescató para ser hijos obedientes

El versículo catorce nos indica cómo debe vivir un hijo de Dios obediente: “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia…”. Ciertamente, cuando vivimos lejos de Dios estamos en total ignorancia en cuanto a nuestra condición pecaminosa delante de Él, y en cuanto a nuestra necesidad de salvación eterna, pero cuando recibimos a Cristo como nuestro salvador su luz nos ilumina para no andar más en ignorancia y tinieblas. Por tal razón, no podemos conformarnos con la vida pecaminosa pasada, sino debemos buscar la santidad que Dios demanda de sus hijos.

Cristo expresó: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, no es apto para el reino de Dios” (Lc.9:62). Está claro que la expresión “los deseos que tenías” se refiere a los pecados a que se entregaban en su vida lejos de Dios y a los caminos a los cuales no debían regresar jamás. De igual manera, si somos tentados a regresar a los placeres mundanales debemos recordar que Cristo derramó su sangre para librarnos de esta clase de vida. Volver al mundo es tener en poco tan excelso precio pagado por nuestra salvación (1P.1:18-19).   

El apóstol hace un llamado en este pasaje a ser santos en toda nuestra manera de vivir (1P.1:15-16). Debemos recordar que la palabra “santo” significa “apartado” para Dios de las cosas pecaminosas y “brillar” con una vida pura espiritual y moralmente. Todo lo anterior equivale a decir que debemos vivir una vida íntegra delante de Dios y de los hombres (ver más en el siguiente enlace Vivir en Santidad)  



2.      Cristo nos rescató para vivir con temor reverente

La palabra temor  en el versículo diecisiete no se usa como sinónimo de miedo, sino como “respeto, reconocimiento y reverencia” a Dios por lo que Él es. Este tipo de temor implica nuestra obediencia y agradecimiento al Señor que nos rescató.

En el propio versículo podemos entender que debemos reverenciar a Dios porque Él es justo y dará a cada uno según sus obras. Es necesario recordar que no se trata de otorgar la salvación eterna por las buenas obras, pues la Palabra es clara al afirmar que la salvación es por fe y no por obras. En este pasaje se refiere a los galardones o coronas que el Señor dará a sus hijos por la fidelidad, la entrega y el servicio amoroso que hicieron en este mundo (Ro.14:10-12; 1Co.5:10).

Otro motivo para el temor reverente a Dios es por haber sido rescatados de nuestra vana manera de vivir a través de Cristo (1P.1:18-21). Una “vana manera es vivir” siempre conduce a una vida vacía, sin sentido y sin propósito que solamente puede cambiarse cuando nos reconciliamos con nuestro Padre Celestial.

La realidad es que fuimos rescatados por nuestro Señor Jesucristo para que vivamos todo el tiempo en un temor reverente a Dios, porque el fin de todas las cosas se acerca y el juicio de Dios no se tarda.

Pedro también nos recuerda que el temor reverente a Dios debe ser “todo el tiempo de vuestra peregrinación”. Es decir, que al ser rescatados de nuestra vana manera de vivir, y reconciliados con Dios por medio de Jesucristo, aquí solamente somos “extranjeros y peregrinos” pues nuestra ciudadanía está en los cielos.  

 

 

3.      Cristo nos rescató para ser purificados

En el versículo veintidós se nos dice: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu…”. Nuestra vida va siendo limpiada en un proceso, que la Biblia llama “santificación”, de todo lo vil, pecaminoso, impuro e indigno. Sin duda, la obediencia a la verdad revelada de Dios juega un papel fundamental en que nuestras vidas vayan siendo santificadas. Esto ocurre con el auxilio del Espíritu Santo que nos ilumina para entender las Escrituras, nos da el poder para vencer el pecado y para testificar sin temor del evangelio de Cristo al mundo perdido.

También el versículo veintidós muestra que el gran objetivo al ser purificados es que podamos practicar un amor fraternal sincero y profundo. A lo largo del Nuevo Testamento abundan los mandamientos y exhortaciones a amarnos los unos a los otros, cuya muestra de unidad es esencial para que el mundo se reconcilie con Dios como nos ensenó nuestro Señor Jesucristo (profundizar en el tema en el siguiente enlace Unidad de la Iglesia)

 

En resumen, el cristiano debe mostrar una conducta diferente al mundo porque fue rescatado por Cristo para ser hijos obedientes, vivir con temor reverente y para ser purificados.

 

Nos gustaría que nos deje un comentario, pues quisiéramos continuar creciendo juntos en la vida cristiana.