Jesús le concedió una alta prioridad a la oración en
su vida y ministerio público (Mr.1:35; Lc.5:15-16;
6:12; 22:39-41). De manera explícita los Evangelios recogen veintitrés
ocasiones en que Cristo oró profundamente al Padre Celestial. Por supuesto,
estas menciones fueron momentos trascendentales, pero sólo representan un
ínfimo por ciento de su disciplina en esta área espiritual. Una prueba del
valor que el Maestro de los maestros le daba a la oración, lo constituye el
hecho de enfrentar cada evento clave elevando su clamor a Dios. Por citar
solamente algunos ejemplos, podemos recodar cuando pasó toda la noche orando
antes de llamar a sus doce discípulos (Lc.6:12),
antes y después de alimentar a los cinco mil (Mr.6:21; Mt.14:23-25), en el monte de la transfiguración (Lc.9:28-29), ante la tumba de Lázaro (Jn.11:41-42), cuando bendijo a los
niños (Mt.19:13-15), al instituir la
cena (Mr.14:22-23), en el huerto de
Getsemaní (Mt.26:36-44), en la cruz
del Calvario (Lc.23:34,46; Mr.15:34)
y al ascender al Padre Celestial (Lc.24:50-51).
Por lo tanto, por ser nuestro Señor Jesucristo nuestro ejemplo supremo,
afirmamos: es imprescindible imitar a
Cristo en la oración para una vida cristiana sólida. Al respecto nos
preguntamos ¿Qué significa imitar a Cristo en su vida de oración? La respuesta
a esta interrogante contiene dos grandes aspectos:
Imitar a Cristo en sus actitudes frente a la oración (¿Cómo oraba Jesús?)
Oraba esforzadamente
Nuestro Señor
hacía un gran esfuerzo por mantener una vida de oración significativa delante
de Dios. Cotidianamente se levantaba muy de mañana, siendo aún muy oscuro, para
orar en un lugar desierto. También solía pasar toda la noche orando.
Oraba incesantemente
La oración
acompañó a Jesús desde el principio hasta el final de su ministerio público. Tal
es así, que antes de comenzar el mismo se apartó al desierto para orar durante cuarenta
días y cuarenta noches (Mt.4:1-2). Incluso
en la cruz lo encontramos elevando sus plegarias al Padre Celestial. Por esa
razón, sus discípulos que le vieron vivir cada día, mantuvieron esta práctica
en la iglesia primitiva (Hch.1:14; 2:42).
También el apóstol Pablo hizo énfasis en sus cartas sobre el tema (Ro.12.12; Ef.6:18; Col.4:2; 1Ts.5.17).
Oraba con Fe
En cierta
ocasión Jesús dijo a sus discípulos: “Tener
fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijera a este monte:
Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyera que será
hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. Por tanto, os digo que todo lo
que pidieres orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá” (Mr.11:22-24). Cada oración de Jesús
estaba llena de fe en su Padre Celestial. Esto fue una realidad cuando oró dando
gracias por los alimentos y transformó la merienda de un muchacho en comida
para miles de personas allí presentes. Esta fe poderosa le acompañó durante
todo su ministerio hasta la cruz misma donde oró pidiendo perdón por sus
enemigos y encomendó su espíritu al Padre Celestial.
Oraba con sencillez, humildad y sinceridad
En todos los
Evangelios encontramos a Jesús orando de una manera natural, con palabras muy
sencillas y sinceras. Así eran sus oraciones por los niños, los pobres, los
pecadores y los enfermos. El rechazó toda forma altanera, vanagloriosa e
hipócrita que ostentaban los fariseos cuando “oraban” a Dios (Mt.6:5-8; Lc.18:9-14).
Imitar a Cristo en sus motivos de oración (¿Por qué motivos oraba Jesús?)
a.
Oraba por el cumplimiento de la voluntad de Dios para
su vida (Bautismo Lc.3:21;
la visita de los griegos Jn.12:20-28;
en el huerto de Getsemaní Mt.26:36-44).
b.
Oraba por el cumplimiento de la misión de Dios al
enviarle a esta tierra (Buscaba la
dirección para cada día, no quería perder su tiempo en actividades que no
contribuyeran a la misión de Dios Mr.1:35-39).
c.
Oraba por las necesidades y problemas de otros (Oró intercediendo por los niños Mr.10:13-16. Oró intercediendo por sus seguidores de todos los
tiempos Jn.17. Oró por Pedro
relacionado con la negación de Él Lc.22:31-34.
Oró por sus enemigos cuando estaba en la cruz del Calvario. Oró por
muchísimos enfermos para que recibieran sanidad).
d.
Oraba con acciones de gracias y alabanzas por la
maravillosa obra de Dios (Agradeció los
alimentos Jn.6:11; Mr.8:6; Lc.24:30. Agradeció
las oraciones contestadas Jn.11:41-42. Dio
gracias a Dios cuando instituyó la cena conmemorativa del Nuevo Pacto Mr.14:22-23. Alabó a Dios por su
revelación Lc.10:21)