Cuando nos
visitan las aflicciones de la vida, usualmente no sabemos cómo actuar ni qué
decisiones tomar. A pesar de conocer las enseñanzas de la Palabra de Dios, no
estamos seguros de cómo aplicarlas a nuestro problema específico. Por esa razón,
Santiago al hablar de las pruebas,introduce este tema exclamando: “Si alguno tiene falta de sabiduría” (Stg.1:5). Es decir, si no sabes cómo enfrentar a esos gigantes de la vida
que te sumergen en lo más profundo del sufrimiento, es una señal innegable de
que necesitas crecer en la sabiduría.
El comentarista
bíblico William McDonald presenta la siguiente definición: “la sabiduría es la aplicación
práctica de las enseñanzas de nuestro Señor a las situaciones diarias de la
vida”.[1]
Es muy
importante entender que existe una gran diferencia entre conocimiento y sabiduría.
El autor Warren W. Wiersbe expuso: “La sabiduría es el uso correcto del
conocimiento. Conocemos a personas brillantes en el campo de la educación, pero
que no saben hacer las decisiones más sencillas…algunos pueden usar
magistralmente la computadora, pero no pueden manejar sus propias vidas”.[2]
Es importante
destacar que existen muchos criterios sobre la sabiduría que son contrarios a
lo que las Escrituras enseñan al respecto.Por lo tanto, es vital buscar la verdadera sabiduría para crecer en la vida
cristiana. Esta afirmación nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Cuál es la verdadera sabiduría?Santiago
nos presenta un contraste entre la falsa y la verdadera sabiduría:
La falsa sabiduría
En los pasajes de 1 Corintios
2:1-5 y 3:18-20, el apóstol Pablo le llamó “sabiduría humana y de este mundo”, y se refirió a la misma como “insensatez para con Dios”. El ser humano
lejos de Dios se cree a sí mismo muy sabio, pero la realidad demuestra lo
contrario. La Palabra de Dios expresa: “¿Has
visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él”
(Pr.26:12).
Santiago atribuye la falsa sabiduría a tres fuentes contrarias
a Dios (Stg.3:15): (1) “Terrenal”. Es decir, de este mundo pasajero
o transitorio (1Jn.2:15-17). (2) “Animal”. O sea, la naturaleza carnal o
caída del hombre. El ser humano sin Dios no puede entender lo espiritual, pues
sus pensamientos están guiados por su pecaminosidad (1Co.2:14). (3) “diabólica”.
El diablo confunde los pensamientos de aquellos que viven separados del Señor,
para que hablen toda clase de perversidades y criterios contrarios a las
enseñanzas de la Palabra de Dios.
Seguidamente el pasaje de Santiago 3:13-16 presenta las consecuencias de abrazar la falsa
sabiduría: (1) “Celos amargos”. En el
original griego los términos empleados indican “fanatismo profano que se niega
a reconciliarse con los demás”. Los celos amargos provienen del egoísmo, la competencia
malsana y la desunión. (2) “Contención”.Se
refiere a un espíritu de rivalidad sediciosa, que se deleita maliciosamente en
el triunfo de un grupo sobre otro. (3) “Jactancia”. Es común encontrar entre los no cristianos
actitudes jactanciosas por diversos motivos, las cuales son alimentadas por la
sabiduría humana. (4) “Mentiras contra la
verdad”.A la sabiduría humana no le conviene que se proclame la verdad
porque queda expuesta públicamente su falsedad.
La verdadera sabiduría
Santiago le llama la “sabiduría de lo alto”
(Stg.3:17). Otros pasajes como Proverbios
2:6-7 y 1 Corintios 2:6-8,
también afirman que el origen de la verdadera sabiduría es Dios mismo. Esto
implica que tenemos que buscar vehementemente a Dios, si queremos obtener verdadera
sabiduría. Esta es la idea de Proverbios 1:7 al plantear: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”.
Volviendo al pasaje de Santiago recordamos que dice:“Si alguno de vosotros tiene falta de
sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche…”.
El término “sin reproche” nos dice que nuestro Señor no se incomoda cuando
vamos a Él una y otra vez a pedirle sabiduría en oración.
Ahora bien, debido a la procedencia divina de la
verdadera sabiduría, los resultados que ella produce son completamente buenos. El
pasaje de Santiago 3:17 menciona
algunos de estos resultados: (1) “Mansedumbre”.Esta
no es debilidad sino la fuerza bajo el control. La palabra griega que se emplea
es la que se usaba para describir a “un caballo que ha sido domado”. La
sabiduría es el uso correcto del conocimiento y la mansedumbre es el uso
correcto del poder. (2) “Pura”.La
sabiduría de Dios siempre conduce a una vida de santidad, mientras que la
sabiduría humana a una vida de pecado y rebelión.(3) “Pacífica”.La verdadera sabiduría procura intencionalmente la
reconciliación, el amor y la paz. (4) “Amable”.Es
practicar la cortesía y el buen trato con los demás, evitando los pleitos sin
sacrificar la verdad de Dios. (5)“Benigna”.La
benignidad tiene que ver con los buenos sentimientos en nuestro corazón para
con los demás. Es una persona piadosa que busca siempre pensar bien de otros.(6)
“Llena de misericordia”.Término
compuesto de palabras que juntas pueden entenderse como “descender nuestro
corazón a la miseria humana”.Otros resultados que menciona el pasaje son “llena de buenos frutos” y “sin incertidumbres, ni hipocresía”.
Sin dudas, es vital buscar la verdadera sabiduría
para crecer en la vida cristiana.
Quiero terminar con la exhortación de Proverbios 4:7:
“Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría”
[1]William MacDonald. Comentario al
Nuevo Testamento (Terrassa, Barcelona: Editorial CLIE, 1995): 1220.
[2] Warren W. Wiersbe. Maduros en
Cristo (Sebring, Florida: Editorial Bautista Independiente, 2003): 22.