miércoles, 9 de diciembre de 2020

Sufriendo por la causa de Cristo


 

1 Pedro 2:18-25

En esta porción bíblica se aborda el tema crucial e inevitable del sufrimiento humano. Debemos recordar que Dios creo al ser humano para que disfrutara de una profunda relación personal con Él que sería la base de una felicidad perenne, pero lamentablemente la entrada del pecado trajo como consecuencia la muerte y muchísimas angustias. Desde tan triste momento la humanidad nunca más ha podido librarse del sufrimiento.

La realidad es que no ha existido una persona que no haya sufrido por una causa u otra. Todos los grandes personajes bíblicos fueron atrapados en más de una ocasión por este flagelo. Tal es así, que aún el Señor Jesucristo, siglos antes de venir a este mundo, fue descrito por el profeta Isaías como “el siervo sufriente”, “experimentado en quebranto” y “el varón de dolores”. En su ministerio público lo encontramos muchas veces experimentando angustias por el rechazo, el menosprecio y la ceguera espiritual del pueblo de Israel. Y muchísimo sufrimiento en sus últimos días hasta su muerte en la cruz del Calvario. Recordamos que en el huerto de Getsemaní expresó: “Mi alma está muy triste hasta la muerte”.  

Los hijos de Dios a lo largo de la historia también han tenido que sufrir por la causa de Cristo, lo cual Dios en su inmenso amor y justicia premia a su debido tiempo en esta vida o en la eternidad junto a Él. 

Por todo lo anterior podemos afirmar: Dios aprueba la disposición de sus hijos a sufrir por la causa de Cristo. Esto no significa que el Señor disfruta ver el sufrimiento de sus hijos, sino que le agrada ver la buena disposición de los mismos a sufrir por Su causa. Ahora bien, esta verdad  nos lleva a buscar respuestas en esta porción bíblica a las tres siguientes preguntas claves: 

 

 

1.     ¿Qué es sufrir por la causa de Cristo?


Primeramente, es estar dispuestos a mantener una buena actitud aunque estemos rodeados de circunstancia y personas injustas. En 1 Pedro 2:18 se hace un llamado a los criados a ser respetuosos y sujetos a sus amos terrenales aún si son difíciles de soportar. En pro de entender este mandamiento debemos ubicarnos en el contexto histórico debido a que muchos cristianos en esta época eran siervos o criados domésticos, pues el evangelio se difundió ampliamente entre las clases más pobres de la sociedad. Esto ocurrió así no porque ellos eran ignorantes, sino por la gran necesidad espiritual que generaba el sufrimiento a que estaba sometidos.


Este llamado del apóstol no significa que Dios estaba de acuerdo con la esclavitud o cualquier otro tipo de explotación humana, sino que teniendo en cuenta que esta era la estructura social existente los criados cristianos debían mostrar una actitud respetuosa, no de rebeldía, porque esto serviría de buen testimonio para demostrar una vida llena del amor de Dios. Tal actitud demostraría la superioridad de la vida cristiana, sobre todo cuando los amos era difíciles de soportar y recibían a cambio mucha resistencia y desobediencia de sus siervos no cristianos.     


Ahora bien, aunque ya no existe este tipo de esclavitud en el mundo, los principios que emanan de esta exhortación del apóstol siguen siendo aplicables a los cristianos en la actualidad. Por ejemplo, un cristiano no debe ser rebelde de corazón en ninguna circunstancia. Por el contrario, estamos llamados a vivir, y proclamar, el evangelio del amor de Dios en Cristo, lo cual implica que debemos vivir vidas ejemplares moral y espiritualmente hablando. Además, debemos ser respetuosos con todos a nuestro alrededor, aun cuando estamos presentando el evangelio y los oyentes no lo quieran recibir.


Sufrir por la causa de Cristo muchas veces lleva asociado padecer injustamente. Esto es cierto cuando se nos humilla, difama, presiona, limita, frena e ignoran (no nos reconocen) a causa de nuestra fe  y conducta cristiana. En ocasiones se nos trata así por predicar el evangelio, enseñar, defender y vivir las enseñanzas bíblicas. El pasaje nos recuerda que cuando sufrimos injustamente en manos de los hombres recibimos la aprobación de Dios, lo cual se traduce en su pronto auxilio en las tribulaciones.


También sufrir por la causa de Cristo ocurre cuando no somos reconocidos ni recompensados a pesar de estar entregados a hacer lo bueno delante de sus ojos (v.20). Siempre que hacemos un bien y recibimos un mal a cambio estamos sufriendo por Su causa, pero podemos darnos por bienaventurados porque el sufrimiento es por la causa de nuestro Señor Jesucristo.


Es sumamente importante que cuando suframos sea por la causa del Señor y su reino, nunca por estar padeciendo las consecuencias de nuestros pecados y errores. 

 

 

2.     ¿Cómo podemos soportar el sufrimiento por la causa de Cristo?


En el versículo 21 se nos recuerda que podemos soportar los sufrimientos mirando a Jesucristo nuestro ejemplo supremo. Es una realidad que Él soportó todo sufrimiento por nuestra salvación, y nosotros debemos avanzar siguiendo sus pisadas.


También en los versículos del 22 al 24 podemos recordar que Cristo como nuestro ejemplo supremo no sólo habló del sufrimiento, sino lo padeció en carne propia. Lo interesante es que todos sus padecimientos fueron por amor a nosotros, pues Él siendo puro sin pecado no tenía que sufrir las consecuencias de sus actos como nosotros. Debido a esto, ahora se compadece de nosotros y nos ayuda a soportar las horas de dolor que llegan a nuestra vida (He.1:18; 4:15-16).


En el versículo 23 se reafirma que Cristo soportó el sufrimiento, pues aunque le maldecían Él no respondía con amenazas, ni maldiciones, ni ofensa alguna. Simplemente, encomendó su vida en las manos de Dios y sufrió silenciosamente.    

 

 

3.     ¿Qué resultados trae el haber sufrido por la causa de Cristo?


A través del versículo 25 podemos constatar que logró hacer regresar a todo un gran rebaño de ovejas que estaban descarriadas al gran Pastor de las almas. Dentro de este gran rebaño estamos nosotros que cuando andábamos descarriados Él en su inmensa misericordia nos rescató.

La realidad es que el sufrimiento no es una experiencia agradable, parece ser el fin de todas las cosas y nos hace sentirnos destruidos, pero cuando sufrimos especialmente por su causa Dios manifestará su aprobación a nuestra vida consolándonos, fortaleciéndonos y teniendo para nosotros algo muchísimo mejor. Tengamos en cuenta que el sufrimiento por Su causa en la vida de los hijos de Dios siempre tiene un propósito de su parte que redundará en grandes bendiciones.


Estas bendiciones incluyen pulir nuestra fe y amor, haciéndonos más maduros en Él, llevándonos por la senda recta y aumentando el gozo que viene a la vida de los hijos obedientes.


En resumen, Dios aprueba la disposición de sus hijos a sufrir por la causa de Cristo.