viernes, 25 de septiembre de 2020

Trabajando con responsabilidad dejando los resultados al Señor





“Siendo Josué ya viejo, entrado en años, Jehová le dijo: Tú eres ya viejo, de edad avanzada, y queda aún mucha tierra por poseer”

 

Josué 13:1

 

Según los comentaristas bíblicos, Josué tenía cerca de cien años cuando recibió estas palabras de parte de Dios. La realidad es que aunque se había avanzado a pasos agigantados en la conquista de la tierra de Canaán, todavía quedaba muchísimos territorios por conquistar. Esta era una gigantesca tarea que ya no sería posible lograr con Josué como líder al frente de la nación. Incluso, parte del territorio que debían conquistar nunca lo llegaron a ocupar hasta hoy.

Es muy importante destacar que aunque Josué no pudo ver con sus ojos la misión cumplida a cabalidad, si se esforzó todo el tiempo y con toda responsabilidad en hacer la tarea que le fue encomendada. Entonces, por su probada fidelidad, el Señor le da una última encomienda: “Repartir por anticipado toda la tierra prometida entre las tribus de Israel”. Y junto con esto, le promete que Él se encargaría de hacer el resto del trabajo.

Estas palabras de Dios a Josué nos hace recordar un gran principio: Es necesario hacer la parte que nos corresponde con toda responsabilidad dejando los resultados en las manos del Señor. Ahora bien, ¿Por qué debemos hacer la parte que nos corresponde con toda responsabilidad dejando los resultados en las manos del Señor? En este capítulo de Josué podemos destacar al menos tres razones para demostrar la importancia de esta afirmación:

 

1.      Porque tenemos un tiempo limitado de vida sobre la tierra para hacer lo que Dios nos ha asignado

 

Dios le recuerda a Josué su realidad: “Tú eres ya viejo, de edad avanzada…”. En otras palabras, es hora de ir pensando en cerrar una etapa de la historia de tu vida, y de la nación de Israel que está inseparablemente unida a tu liderazgo. El tiempo que tenías para cumplir tu misión sobre la tierra se está terminando y es muy importante que cierres con broche de oro. Por esa razón, le encomienda que deje todo organizado para evitar problemas futuros por falta de definición, es decir, que cada tribu estuviera consciente de la parte que le pertenecería a cada cual llegado el momento.

En esta carrera de la vida cristiana y ministerial es muy saludable empezar, continuar y terminar bien para dejar una huella digna de seguir por las futuras generaciones. Lamentablemente, muchos hacen como Salomón que comenzó y desarrollo una vida de esplendor, pero nos dice la Biblia que al final de la carrera: “las mujeres desviaron su corazón”. Por eso el apóstol Pablo exclamaba: “De ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hch.20:24).

Sin duda alguna, tenemos un tiempo limitado de vida sobre esta tierra para cumplir la misión que Dios nos ha asignado. Todos vamos a nuestras propias conquistas, aunque gloria a Dios muchos han decidido sustituir sus propios sueños por hacer la voluntad de Dios y cumplir la misión que él nos ha encomendado, pero aun así llegará el tiempo en que tenemos que terminar la lucha pese a quedar mucha tierra por conquistar. En otras palabras, nuestra tarea no es conquistar toda la tierra, sino cumplir con toda responsabilidad la parte que nos toca hacer en el tiempo que tenemos para hacerlo. Alguien dijo: “No podemos hacer todo lo que quisiéramos en nuestro paso por esta vida, pero si podemos hacer todo lo que Dios quiere que hagamos”. ¿En qué vas a invertir el tiempo que pasa y no vuelve? Recuerda la exhortación bíblica: “Aprovechando bien el tiempo porque los días son malos”.   

 

2.      Porque el trabajo en el reino de Dios es muchísimo más grande que todo lo que somos o hacemos

 

La frase que sigue en el versículo uno es clara y estremecedora: “Queda aún mucha tierra por poseer”. Esto no ocurrió solamente con Josué, sino que es la constante para todos los hijos y siervos del Señor. Siempre que estemos terminando la carrera descubriremos que aún queda mucha tierra por poseer. Esto se debe a que la obra de Dios es cientos y miles de veces más grandes que todos nuestros conocimientos, energías y capacidades. Es decir, su obra trasciende a nuestras vidas.

Definitivamente, tenemos que vernos como parte de un proceso de edificación que Dios está haciendo, que viene operando en el mundo siglos antes de que naciéramos y continuará hasta que Cristo regrese. Esto me recuerda al salmista exclamando: “Señor tú nos has sido refugio de generación en generación”. Estar conscientes de esta verdad es muy importante para no tener más alto concepto de nosotros que el que debemos tener.

Teniendo en cuenta esta verdad debemos ser cuidadosos al plantear proyectos de alcance, pues nunca deberíamos creer que vamos a conquistar al mundo entero con nuestro esfuerzo como algunos piensan. El gran hombre de Dios, y líder, Josué tuvo que alegrarse en el Señor con la parte que pudo hacer de toda la magna obra de conquista y confiar que otros continuarían la labor. Simplemente somos parte del pueblo de Dios que por los siglos, cada uno en su época, hemos estado sirviendo con todo el corazón a nuestro Señor. Es decir, somos útiles en Sus manos, pero no imprescindibles en esta tierra. ¡Glorifiquemos el nombre de nuestro Dios porque nos permite servirle en su inmensa y trascendente obra!

 

3.      Porque es Dios quien hace su obra y nosotros somos instrumentos en sus manos

 

Los versículos seis y siete son claros al mostrarnos una vez más que la obra es de Dios y nosotros solamente somos sus instrumentos colaboradores. Por lo tanto, nuestra tarea se confina a trabajar con toda responsabilidad en la misión que hemos recibido, pues sólo somos soldados del gran ejército del Señor y Él es el gran general que va al frente en cada batalla. En otras palabras, como buenos soldados nuestra principal función es obedecer. La implicación directa de esta verdad es que aunque todos queremos ver buenos resultados, estos dependen, pertenecen y son para la gloria de Dios. No olvidemos que Él ama su obra más que nosotros.


En resumen, es necesario hacer la parte que nos corresponde con toda responsabilidad dejando los resultados en las manos del Señor.

Afirmamos esta verdad basado en tres razones que hemos visto en este pasaje de Josué:

Porque tenemos un tiempo limitado de vida sobre la tierra para hacer lo que Dios nos ha asignado.

 Porque el trabajo en el reino de Dios es muchísimo más grande que todo lo que somos o hacemos.


Porque es Dios quien hace su obra y nosotros somos instrumentos colaboradores en sus manos. 


Nos gustaría que nos dejara un comentario, pues quisiéramos continuar creciendo junto a usted en la vida cristiana.

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