viernes, 26 de junio de 2020

Imitando a Cristo en la fuerza de sus convicciones





Mateo 7:28-29; Lucas 4:31-32.

 Cuando Jesús terminó de exponer su amplio y profundo Sermón del Monte, los oyentes se admiraban (o quedaron “atónitos” según otra traducción) porque les hablaba con la autoridad del cielo, lo cual escaseaba por aquellos días. La gente común pudo reconocer una marcada diferencia entre las enseñanzas de Jesús, y la de los escribas, doctores de la ley y fariseos. Alguien dijo: “Jesús era una voz, los maestros religiosos de la época eran solo un eco”.

 Es interesante recordar que los maestros religiosos de la época enseñaban basado en la Ley Dios (aunque también incluyeron muchas tradiciones), pero carecían de autoridad al no vivir en sus propias vidas dichas enseñanzas. Esta realidad repercutía directamente en una visible falta de fuerza en sus convicciones. Por el contrario, Jesús ponía en práctica todo lo que enseñaba, por lo cual es sumamente importante imitar a Cristo en la fuerza de sus convicciones para desarrollar una vida cristiana sólida. Ahora bien, ¿Cómo podemos imitar a Cristo en la fuerza de sus convicciones?

 

Estando seguros de nuestras convicciones cristianas

 Podemos estar seguros de nuestras convicciones cristianas, conociéndolas y viviendo conforme a ellas. Observando cuidadosamente como se manifiestan los cristianos en su diario vivir, pudiéramos clasificarlos al menos en tres grupos:


a.       Los que no conocen cuales son los principios bíblico que deben regir sus vidas, pero no están interesados en conocerlos. Estos son cristianos que viven por inercia, se conforman con ir el domingo a la iglesia, pero sus vidas no han sido verdaderamente impactadas por el evangelio de Cristo (Ap.3:14-21).


b.      Los que no conocen cuales son los principios bíblico que deben regir sus vidas, pero han despertado espiritualmente, desean conocer más la Palabra de Dios y vivir conforme a ella. Dios nos ha dado hermosas promesas relacionadas con aquellos que le buscan con toda sinceridad (Pr.8:17; Lm.3:25; Mt.7:7-8).


c.       Los que conocen los principios bíblico y viven conforme a ellos diariamente. Este grupo es menor que los anteriores, pero está produciendo un impacto a todos a su alrededor. No estamos hablando de una élite que se creen mejores que los demás, sino de hombres y mujeres humildes, sencillas, que aman al Señor con todo su corazón y han decidido obedecerle en todo.  

 

Por solo mencionar un ejemplo, nuestro Señor Jesucristo enseñó sobre amar al enemigo, y estando en la cruz pidió perdón a Dios por quienes le crucificaban e injuriaban. Cabe preguntarnos ahora ¿Conocemos los principios para vivir conforme a lo que a Dios le agrada? ¿Tenemos el propósito de vivir conforme a ellos cada día? El apóstol Pablo, que como todo ser humano no era perfecto, pudo vivir una vida cristiana a profundidad por su decisión y entrega. Por esa razón, exclamó desde lo más profundo de su ser la seguridad que tenía en su Señor Jesucristo (Ro.8:37-39; Fil.1:6,21; 2Ti.1:11-12).

 

Estando decididos a defender nuestras convicciones cristianas

 

El ministerio público de Jesucristo se ha dividido en tres etapas: (1) El año del retiro. (2) El año de la popularidad. (3) El año de la oposición, durante el cual su popularidad iba menguando, sus enemigos se multiplicaron y los ataques eran cada vez más intensos. Esto se debió a que la gente quería solamente disfrutar de los beneficios que venían de los milagros y toda clase de obra buena de Jesús, pero no estaban dispuestos a obedecer los mandamientos de Dios. Entonces comenzaron las reacciones contra Él y sus enseñanzas. Especialmente, recordamos grupos como los fariseos, los saduceos y los herodianos (Mt.22:23-40).

 Cuando hemos decidido vivir conforme a los principios de la Palabra de Dios, siempre vendrá oposición de diversas fuentes. Por lo tanto, si queremos imitar a Cristo en la fuerza de sus convicciones para vivir una vida cristiana sólida, es necesario estar dispuestos a defender los mismos en todo momento. Por supuesto, defender con vehemencia nuestras convicciones debe hacerse con reverencia y mansedumbre como enseña la Palabra.

 Es importante estar seguros de defender las convicciones que enseña la Biblia para la vida cristiana, y no nuestras propias tradiciones. Recordamos que Jesús criticó a los fariseos por mezclar sus tradiciones con la ley de Dios.    

 

Estando dispuestos a sufrir las consecuencias de mantener nuestras convicciones

 

No podemos pasar por alto que mantener nuestras convicciones tendrá consecuencias. Estas son especialmente a corto plazo, pues al final podremos disfrutar la victoria que Dios da a sus hijos fieles, que permanecen firmes y viven para agradarle en todo. En reiteradas ocasiones quisieron matar a Jesús, pues no podían soportar sus enseñanzas que chocaban contra sus prácticas pecaminosas y actitudes desobedientes. Aunque es cierto que tuvo que enfrentar esos momentos desagradables, su Padre Celestial le dio la victoria al final (Fil.2:5-11).

 Otros ejemplos de esta verdad encontrados en la Biblia son Moisés frente a Faraón, Daniel en el foso de los leones, Masad, Sadrad y Abed Nego en el horno de fuego, José frente a la mujer de Potifar, Esther frente al Rey apelando por su pueblo, Juan el Bautista declarando a Herodes su pecado y el apóstol Pablo apedreado y encarcelado por predicar de Cristo.


En resumen, es sumamente importante imitar a Cristo en la fuerza de sus convicciones para desarrollar una vida cristiana sólida, lo cual podemos lograr estando seguros de nuestras convicciones cristianas, defendiéndolos y estando dispuestos a sufrir las consecuencias de ser fieles a Dios.


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