viernes, 19 de febrero de 2021

Preparándonos para el regreso de Cristo


 

 

“Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”

 

1 Pedro 4:8-10

 

En la publicación anterior (puede verla en el enlace "El fin se acerca") destacamos el énfasis del apóstol Pedro en ser sobrios y velar en oración ante el inminente regreso de Cristo. Esto es la base de nuestra preparación como cristianos, pero no es lo único que debemos tener en cuenta en tal sentido. El apóstol continúa exponiendo otras virtudes cristianas que debemos cultivar para estar apercibidos en la medida que se acerca aquel día glorioso.

Esto nos recuerda al apóstol Pablo cuando expresó: “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla… a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Ef.5:25-27). Si pudiéramos resumir este pasaje en una palabra quizás sería “integridad”. Nuestro Señor Jesucristo quiere que seamos íntegros en todas las áreas de nuestra vida espiritual.   

Por tal razón afirmamos: Los cristianos deben estar preparados espiritualmente para el regreso de Cristo. ¿Cómo los cristianos pueden estar preparados para la segunda venida de Cristo? En 1 Pedro 4:8-11 encontramos varias virtudes cristianas que los hijos de Dios deben practicar en su diario andar como parte de su preparación para aquel día glorioso:

 

1.     El cristiano se prepara para el regreso de Cristo practicando el amor ferviente

“Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor”. Un amor ferviente es profundo, sincero, desinteresado y perdurable en el tiempo. El pasaje agrega que dicho amor debe ser “entre nosotros”, lo cual no significa que no amemos a aquellos que viven sin fe ni esperanza en el mundo lejos de Dios. Sin embargo, debemos amarnos entre nosotros fervientemente porque tenemos que ser y reflejar la familia espiritual que somos. La Biblia es clara al recordarnos que si no amamos a nuestros hermanos que vemos todos los días como podemos decir que amamos a Dios (1Jn.2:9-11; 3:14-18; 4:20-21). Además, el amor entre nosotros es un testimonio y un mensaje que enviamos a los de afuera para que crean en Cristo (Jn.17:20-21).

“Porque el amor cubrirá multitud de pecados”. Esta expresión tomada del Antiguo Testamento (Pr.10:12) no implica que esta es la forma de perdonar y borrar nuestros pecados, lo cual se puede hacer solamente a través de Cristo. Tampoco significa que debemos pasar por alto los pecados ni quitarle a la iglesia la responsabilidad de practicar la disciplina. Contrario a esto, la expresión en el contexto se relaciona a sobrellevar a nuestros hermanos a pesar de sus fallos, así como ellos nos sobrellevan a nosotros. También tiene que ver con la discreción al no divulgar con terceros o públicamente, mucho menos delante de los inconversos, los pecados de nuestros hermanos en la fe.   


2.     El cristiano se prepara para el regreso de Cristo practicando la hospitalidad

“Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones”. Este es un deber cristiano y un privilegio que Dios nos ha concedido. Es una manera práctica de demostrar el amor cristiano. Sin duda, es un privilegio porque algunos sin saberlo hospedaron ángeles (He.13:2). La realidad es que toda buena acción que hacemos a un hijo de Dios es tenida en cuenta como si lo hiciéramos directamente al Señor (Mt.25.40). Y esto tendrá su recompensa (Mt.10:42). Esto me recuerda que hace muchos años atrás mi padre fue recibido en la casa de una familia en Estados Unidos en una visita a este país. Ellos fueron muy hospitalarios, pero en ese momento estaban en una crisis matrimonial a punto de divorciarse. Mi padre les aconsejó y oró con ellos. El resultado fue que Dios premió la hospitalidad de esta familia, trayendo reconciliación a este matrimonio que quedó eternamente agradecidos.  

 

3.     El cristiano se prepara para el regreso de Cristo practicando el servicio conforme a los dones


“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros”. Los dones son dados por el Espíritu Santo a los hijos de Dios para que sirvan a los demás en pro de la edificación de la iglesia (Ro.12; 1Co.12; Ef.4:11-16). Tristemente, muchos cristianos no están sirviendo con sus dones en la obra de Dios. Algunos erradamente creen que no tienen dones, otros que no saben cómo descubrir sus dones y otros tienen un concepto limitado al creer que los dones son aquellos visibles como predicar, enseñar, cantar, etc., todo lo cual es falso porque el Señor a través de su Espíritu nos ha dado dones a todos sus hijos y la Biblia presenta una amplia variedad de estos.  

“Minístrelo a los otros”. El don o los dones que hemos recibido no son para fines egoístas, ni para servir a los intereses del mundo, sino para servirnos unos a otros complementándonos a fin de edificar al cuerpo de Cristo que es la iglesia.  

El apóstol presenta el fin último del uso de nuestros dones con la expresión: “Para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén”.


En resumen, los cristianos deben estar preparados espiritualmente para el regreso de Cristo practicando el amor ferviente, la hospitalidad y el servicio conforme a los dones espirituales.

 

 


domingo, 14 de febrero de 2021

Dios muestra su amor para con nosotros


 

 

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”

Romanos 5:8

Es maravilloso saber que Dios nos ha amado de tal manera que a pesar de ser tan pecadores, entregó a su Hijo Cristo para salvarnos.

 

Analicemos esta gran verdad por parte para profundizar en su significado:


1.     De tal manera nos ama Dios: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros”

“Dios”. El pasaje está refiriéndose al Dios único y verdadero (Is.44:6-8; 1Ti.2:5).  Es decir, el Creador del cielo, la tierra y de nuestras vidas (Gn.1:1; Sal.24:1). El Dios eterno de quien se dice: “desde la eternidad y hasta la eternidad Tú eres Dios”. El Dios santo (Lv.20:7; 1P.1:16), el cual es completamente puro, recto y perfecto. El Dios justo cuya “justicia y juicio son el cimiento de su trono”. El Dios que se define con el término amor (1Jn.4:7-10). Es decir, que la esencia misma de Dios es amor. Él no es movido a actuar por otros sentimientos contrarios, siempre es movido por el amor, aun cuando no podamos entender una situación específica, nunca podemos dudar de su amor. También se refiere al Dios omnipotente, omnisciente, omnipresente, inmutable, inmenso, bondadoso, misericordioso y fiel.  

“Muestra su amor”. ¿Cómo es el amor de Dios? Entre las principales características se encuentra la eternidad o permanencia de su amor, pues nunca deja de ser. En cierta ocasión le dijo a su pueblo, a través de un profeta, “con amor eterno te he amado por tanto te prolongué mi misericordia”. Por otra parte, su amor es incondicional, nos ama porque nos ama, porque su naturaleza está inundada de amor; en otras palabras “nos ama a pesar de…” aunque le fallamos y ofendemos con nuestros actos pecaminosos, entristeciéndole con nuestra conducta errada no por ello nos deja de amar. Su amor es inmenso e incomprensible, pues ¿Cómo es posible que nos siga amando a pesar de nuestros caminos torcidos y nuestras maldades?

“Para con nosotros”. A pesar de que lamentablemente nuestra relación con Dios quedó quebrantada por causa del pecado, y de que el ser humano se ha alejado totalmente del Padre Celestial, el Señor sigue teniendo el mismo propósito de reconciliarnos con Él. A través de toda la Biblia nos llama constantemente a volver a su seno: “Buscadme y viviréis”, “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”, “el que a mi viene yo no le echo fuera”, “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.   


2.     Que aun siendo pecadores: “En que siendo aún pecadores”

Una pregunta sencilla y crucial a la vez que debemos tratar de responder es ¿Qué es el pecado? El pecado es presentado en la Biblia como desobediencia, ofensa y delito contra Dios. Es una mancha que atenta contra la santidad de Dios y se convierte en una barrera para relacionarnos con Él. Uno de los términos que se usa en el idioma original para el pecado, puede traducirse como “errar en el blanco”. Dios estableció en su Palabra lo que es bueno y es malo, lo que es correcto e incorrecto, lo que es puro e impuro, por lo cual cuando fallamos en hacer lo que Dios estableció como la norma absoluta de morar correcta, estamos pecando. La realidad es que el pecado es como una enfermedad muy grave que degrada, destruye, y contamina al hombre.

¿Cuál es el origen del pecado? (Ro.5:12). Cuando Dios creó a la primera pareja en un estado de pureza absoluta, y les dio la libertad para tomar sus decisiones, también les puso ciertos límites que no debían traspasar. Lamentablemente, ellos usaron su libertad de manera incorrecta y escogieron desobedecer a Dios. Este fue el momento en que entró el pecado al mundo, y desde entonces todos los seres humanos han continuado pecando contra Dios.

¿Qué consecuencias trae el pecado? (Ro.5:12; 6:23). Entró en el mundo la muerte física, y también la muerte espiritual o también llamada muerte segunda, que es la separación eterna de Dios en el infierno (Ro.3:23).

Ahora bien, es importante entender que, por una parte, el amor de Dios es tan grande e indescriptible por nosotros que Él no quiere que vivamos y suframos eternamente separados de Él. Por la otra, el pecado es una gran  barrera, al ser un delito contra el juez justo, y nos impide reconciliarnos con Él. Por lo tanto, no puede quedar sin castigo. Este gran dilema de los siglos, Dios lo resolvió magistralmente. La solución estaba en que alguien ocupara nuestros lugar, recibiera el castigo por nosotros para que la justicia divina fuera satisfecha, y a la vez poder quedar liberados de la culpa y tener la oportunidad de reconciliarnos con nuestro Padre Celestial por la eternidad.

 

3.     Entregó a su Hijo Cristo para salvarnos: “Cristo murió por nosotros”

“Cristo”. Se presenta en la Biblia como Dios hecho carne (se encarnó, se humanó, descendió del cielo y  tomó la naturaleza humana) (Fil.2:5-11). Por lo tanto, Cristo es el único Señor y Salvador del mundo, nuestra única posibilidad de salvación eterna junto a Dios. Cristo mismo expresó “yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.

“Murió por nosotros”. Cristo al ser crucificado estaba cargando el pecado de toda la humanidad. La culpa de nuestro pecado le fue imputada a Él. Estaba sufriendo el castigo en lugar de los culpables. Toda la ira de Dios por nuestras maldades estaba siendo derramada sobre Jesús (2Co.5:21; Is.53:4-5; 9-10; Gá.3:13). “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová Dios cargó en Él el pecado de todos nosotros” (Is.53:6). Sin duda, la muerte de Cristo en la cruz demuestra el gran e incompresible amor de Dios por nosotros.


En resumen, Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.

Un antiguo y precioso himno cristiano expresa: “Ven a Cristo, ven ahora, ven así como estás y de Él sin demora el perdón obtendrás”. Dios le bendiga.